Tres altos comisarios de la Policía de Córdoba quedaron detenidos este viernes en el marco de la investigación por “gatillo fácil”, por el asesinato de Valentino Blas Correas (17) ocurrido el pasado 6 de agosto.
Se trata del comisario inspector Walter Soria, del comisario inspector Jorge Galleguillo y del comisario Enzo Quiroga, quienes esa madrugada cumplían roles clave en el Distrito 3, el área policial de la ciudad de Córdoba en la que se produjo el crimen, según publicó La Voz.
Los tres ya estaban imputados por el delito de omisión de los deberes de funcionario público, pero tras el ingreso de nueva prueba, el fiscal José Mana ordenó ampliar la imputación también con el delito de encubrimiento agravado y pidió que fueran detenidos de manera inmediata. En la misma jornada, fueron excarcelados cuatro uniformados.
Entre la noche del miércoles 5 y la madrugada del jueves 6 de agosto último, momento en el que Blas fue asesinado en un control policial apostado en la avenida Vélez Sársfield, frente al instituto Pablo Pizzurno, al sur de la ciudad de Córdoba, a Soria le habían asignado el rol de superior de turno de la Zona Sur. Cuando de manera usual estaba frente de las unidades especiales de la Policía.
El domingo pasado, La Voz reveló que la policía Wanda Esquivel, imputada en esta causa, había confesado ante la fiscalía cómo fue la cadena de encubrimientos posterior a que los agentes Lucas Gómez y Javier Alarcón dispararan en contra del Fiat Argo donde se trasladaba el adolescente con un grupo de amigos.
En su declaración, la agente narró que ella fue quien arrojó el revólver con el que se intentó ensuciar a los adolescentes y que esa arma se la entregó Alarcón luego de una reunión informal entre los policías a metros de la escena del crimen.
Añadió que unos 100 metros más adelante del lugar en el que ella arrojó el arma trucha, ya estaban los móviles de los jefes estacionados. Y que allí esperaban el subcomisario Quiroga y que segundos después arribó otro comisario inspector, Galleguillo.
Sin embargo, en los registros oficiales y en la frecuencia policial, los jefes policiales demoraron mucho más que lo usual en relatar todo esto, según efectivamente había sucedido.