Mucho entusiasmo afuera. Las ganas de que se juegue el clásico se notaba en las caras de los hinchas de Belgrano y Talleres que desafiaron el enmarañado acceso al Kempes.
45 mil almas se acercaron en remis, colectivos, autos particulares y caminando para alentar a sus equipos. Y se notó desde antes y durante el partido.
Y los jugadores también se contagiaron de ese entusiasmo. Se empezó a jugar con todo desde afuera y también adentro del campo de juego.
Y, en ese fragor de lucha de cada pelota, el que se paró mejor fue el albiazul. Ramírez y Suárez probaron una vez para la T y otra para la B, respectivamente.
Los dos tiros desde afuera del área, salieron desviados pero sirvieron para despertar ilusiones de gol.
Luego de los dos disparos, el Celeste le cedió el dominio a los albiazules.
La T empezaba a pararse mejor desde atrás con Quintana y Gandolfi, infranqueables y empezaba a jugar desde Guiñazú a Reynoso y de allí a los extremos.
Lo tuvo Joao Rojas a los 28 luego de un centro de Tenaglia pero el ecuatoriano no llegó a cabecear.
Luego, el mismo delantero, tuvo la más clara a los 32 y su disparo se fue cerca. A esa altura era más Talleres.
Su mejor juego sólo fue interrumpido por los cantos racistas que bajaban de la tribuna albiazul burlándose de Belgrano.
El árbitro hizo bien en parar las acciones, Guiñazú y Gandolfi le pidieron a su hinchada que no cante más y todo siguió con normalidad.
Sobre el final del primer tiempo, Belgrano se empezó adelantar un poco más y ya la T no jugaba tan cómodo. A los 42, Amoroso de cabeza, tuvo el gol para el pirata con un cabezazo que fue a las manos de Herrera.
Y la primera mitad se cerró con un cero en los dos arcos mostrando, hasta ese momento, que lo mejor estaba en las tribunas.
En la segunda parte vino lo mejor. Porque, a pesar de un inicio de complemento medio lento, estudiado y con la fiesta en las gradas colmadas de hinchas de los dos equipos.
Fuegos artificiales, cantitos cruzados, chicanas algunas divertidas y otras no tanto.
Y adentro de la cancha recién se avivaron cerca de los 20. Una jugada desafortunada del fondo de Belgrano casi termina en gol de Rojas que, buscándolo a Arias, estuvo cerca de convertir.
Luego llegaron los cambios y eso le quitó ritmo al partido. Pero las emociones recién llegaron al final.
A los 27, llegó la expulsión de Lema que le dejó los tapones marcados a Fernando Godoy con una descalificadora plancha. Y ya, con uno más, se animó Talleres.
A los 40, Sequeira bajó a Reynoso en el área, el árbitro no dudó y el penal tirado por Olaza, que atajó Acosta derivó en Menéndez que empujó al gol.
Pero, herido en su amor propio, Belgrano lo fue a buscar y lo encontró dos minutos después. Un centro de tiro libre de Benítez que desvió con la cabeza Erick Godoy para el empate.
Y se fueron todos en paz. Aunque las 45 mil personas querían gritar un triunfo.
Estuvo más cerca Talleres por juego y ocasiones de gol.
Pero Belgrano lo empató con actitud y eso, a sus hinchas, los conforma aunque para la Superliga haya que mejorar.