Se fue a Santiago de Chile a buscar su futuro pero se llevó con él toda la pasión cuartetera y su fanatismo por la Mona Jiménez ya es conocida no sólo por su familia y compañeros de oficina, donde hasta su taza tiene la imagen del "cordobés más famoso".
Y desde este mes, hasta el fondo de la pileta de su casa en la capital chilena lleva el rostro del cantante, efigie que él mismo se encargó de pintar, como si se tratara de un artista profesional.
Es la historia de César, un licenciado en Ciencias de la Computación que se mudó de su Córdoba natal al país trasandino, en busca de una oportunidad en el departamento de Sistemas de una empresa corredora de bolsa y que lleva siete años instalado y creciendo como profesional, pero siempre con la Mona, claro.
"Siempre llevó a la Mona conmigo, siempre hay un detalle, en la oficina mis tazas son negras, al ponerle agua caliente se comienza a dibujar la misma figura de la piscina en la taza, mi barbijo es con la misma cara, tengo varias remeras con distintas tipologías", contó a El Doce.
Pero su pasión también lo lleva a ser un "predicador" de la fe cuartetera: "mis compañeros de trabajo y amigos, que son de Cuba, Venezuela, Chile, Colombia, Mexico, India bailan con él en los asados que hacemos. En la oficina todos saben de él", cuenta.