Por Jorge Nahúm.
La disciplina. Esencia del karate y el gran reto para los que los practican. A todos les cuesta. A Diego Castello, el doble. Contra todo, a los 25 años, es el único karateca de Córdoba en silla de ruedas.
Una hipoxia al nacer afectó su motricidad, le ahogó el habla, fue cruel. Pero no lo doblegó. Ese espíritu de lucha es el que lo impulsa y ahora se propuso participar del Campeonato Argentino de Karate, que este fin de semana cumple su edición 50 en el Polideportivo Cerutti. Y sus sueños son sin fronteras: representar a la Argentina en los Juegos Paralímpicos de Tokio en 2020.
Su padre (falleció el año pasado) era preparador físico y entrenaba a fisicoculturistas. Y Diego se crió en gimnasios, siguiendo los estímulos. Animándose a la musculación, al deportes, a jugar al handball, a activarse. A no rendirse nunca.
Por esa predisposición descubrió al karate hace cinco años y se apasionó. Al punto de dejar de lado la idea de estudiar diseño gráfico, cuando cursaba el secundario en la escuela Manuel Lucero.
Ser fanático de Dragón Ball Z en la tele y de las viejas películas de Bruce Lee lo inspiraron aún más. "Me gustan las artes marciales, los deportes de contacto", se hace entender. Y se lo hizo saber a su mamá, Lorena, quien lo alentó como siempre, pese a las dificultades manifiestas.
"Buscó por Internet y no conseguía entrenador. Hasta que averiguó en una casa de venta de indumentaria de karate y le recomendaron a Eduardo Novak, maestro sensei. Y los dos asumieron el desafío", resumió Lorena.
Después de que adaptaran su casa para la práctica del karate, Diego fue por más. Y aceptó la invitación de Novak para entrenar junto a su grupo, que lo adoptó rápidamente. Allí convive con referentes de este deportes, como Giuliana Novak, y como Juan Díaz, karateca hipoacúsico.
Diego lo disfruta, crece, aprende. Ya es cinturón verde. Ya es capaz de partir un madero o un ladrillo de un golpe. El ejercicio es magnífico como rehabilitación. Y el karate es sustento para mente y alma. Disciplina y superación.
Pionero. "Diego fue el primero en entrenar karate en una silla de ruedas. Un pionero en Córdoba y creo que también en el resto del país. A partir de que su conoce su historia, hay otros chicos que se animan a practicarlo y profesores más decididos a enseñarlo", destacó el sensei Eduardo Novak, autoridad en el Karate nacional.
Además de instructor, es juez panamericano, tanto en kata como en kumite, miembro de la comisión de para-karate y de Deportes Adaptados en la Agencia Córdoba Deportes.
“Yo había adiestrado a deportistas con parálisis cerebral, y otros con distintas patologías. Pero Diego fue el primero en una silla de ruedas. No había ninguna experiencia parecida. Los primeros seis meses fueron clases personales, a nivel metodológico y con los fundamentos. Por su entusiasmo, lo llevé a trabajar con el grupo. Hay movimientos limitados, de elevación, de rotación. Pero es un alumno aplicado y se prepara para aspirar al cinturón azul”, lo elogió.
Novak hizo gestiones para que Diego compita en el Campeonato Argentino que este fin de semana se disputa en Córdoba, pero el torneo se rige por la reglamentación internacional, y sólo permite a deportistas que estén en una silla de ruedas por lesiones medulares, por amputaciones u otra lesión traumática. "Diego sabe que por ahora no lo autorizan. Por su afán de superación, esperará su oportunidad", aseguró Novak.
El karate de todos
La escuela Ketsugo, dirigida por el sensei (maestro) Eduardo Novak, es un crisol del karate. Con alumnos de la elite del karate como Giuliana Novak, la única argentina rankeada a nivel mundial (puesto 26). Y también con karatecas especiales, para clases verdaderamente inclusivas.
Por eso Diego Castello fue recibido como uno más. Entrena lunes, miércoles y viernes en Quality y en ocasiones lo hace con deportistas “convencionales” en silla de ruedas. O también lo bajan de la silla para practicar ciertos movimientos que mejoran su postura, su respiración y su nivel de concentración. Da pelea siempre.