Por Jorge Luna Arrieta
Gustavo Porta es uno de los mejores tenores del mundo. Y los cordobeses tenemos el orgullo que haya salido de esta provincia. En su Carrilobo natal sigue su familia, esa que lo acompañó en la decisión de dedicarse a la lírica, un género que parece tan lejano. Pero como para acercar fronteras, el cantante ofrecerá este martes una presentación en el Teatro del Libertador, en donde le dará lugar a diversas piezas de las óperas más reconocidas.
Inicialmente, el evento iba a ser este sábado, pero la muerte del Maestro Finlay Ferguson obligó a reprogramar la gala.
Porta vuelve a la Docta, tras 20 años. Acá inició su camino musical, en el Conservatorio. Previamente, mostraba sus dotes cantando a Dyango, a José Luis Perales y los clásicos del folclore. Hasta que para una Fiesta de las Colectividades, los italianos lo invitaron a que cantara. Y escuchó a Mario Del Mónaco, Pavarotti y Franco Corelli. Fue un viaje de ida.
"Tenía 19 años y me vine a Córdoba a estudiar al Conservatorio. A la profesora Teresa Landín le dije: 'mi padre tiene dos hijos, mi hermano y yo. Dos brazos más en el campo son muy necesarios por lo que necesito saber si yo servía o no para el canto'. Y ella me dijo: 'la voz la tenés, ahora lo que hagas con ella depende de vos'. Me bastó eso para iniciar este camino", le contó Gustavo a Día a Día.
Y recordó: “Cuando llegué a Córdoba, lo único que sabía era O sole mío. Y me dice la profesora que tenía que cantar otra. Me pone La Tosca y me pide Recóndita armonía. La canté, pero ella me dice: “sos un pintor, hacéme un poco la escena”. Y seguí cantando y empecé a hacer que pintaba, pero con rodillo... Y me dice la profe: ‘Animal; sos un pintor de arte’. Mirá lo lejos que estaba de todo eso”.
Pasó por Buenos Aires y, a los 30 años, se fue a vivir a Europa. “Somos mensajeros de estos autores que escribieron cosas maravillosas. En 2010 canté en la Ópera de Tel Aviv con las luces de la sala prendidas, por temor a un atentado. Era impresionante ver a todos en silencio, escuchándome. Y si al menos por un rato cada uno de ellos se olvidó de los problemas por lo que uno le pudo transmitir, el objetivo está logrado”.
ELEGIDO. Gustavo Porta cantó en los principales escenarios del mundo y con los mejores directores y orquestas. De hecho, Zubin Mehta lo tiene como uno de sus preferidos. El cordobés reside en Roverbella, un pequeño pueblo italiano, ubicado entre Mantova y Verona.
Ese país está hoy en vigilia: “Hasta ahora es el único que no recibió atentados. Italia hace 50 años que lucha contra las mafias, por lo que tiene una preparación de inteligencia que funciona muy bien. Pero vivimos con intranquilidad por un enemigo que no sabemos cuándo aparecerá y qué hará. Lo primero que lograron es golpear lo económico; hay muchos lugares a los que la gente no va más de visita. El tema es que todo pasa. Ahora lo de Barcelona nos tiene asustados, pero en dos meses nos olvidamos, bajamos la guardia y ahí es donde ellos se hacen fuertes”.
Entradas: Plateas $550; Cazuela $440; Tertulia $330; Paraíso $ 165 y Palcos (4 ubicaciones): $ 2.200. En Boleterías del Teatro y por Autoentrada.
Volviendo a lo musical, la consulta es si la lírica es el género que mejor aprovecha la voz del ser humano: “No me gusta hablar de géneros musicales más lindos o más feos; todos tienen una raíz o representan a alguien. Pero esta es la que mejor aprovecha la voz humana. La lírica está escrita para eso. Y no es que sea la música más sublime, pero es la que mejor se realizó con los cánones de la música. En una orquesta puede haber personas con diferentes idiomas que no se hablan porque no se entienden. Pero cuando agarran la partitura, las notas son iguales para todos. Y ahí está Daniel Barenboim y su idea de unir la orquesta de Israel con la de Palestina. Cuando suena la música, todos vibran en la misma intensidad”.
Asevera que la ópera es para escucharse en el teatro. “Se tiene que sentir. Lo que sucede ahí adentro es mágico”.
Para cerrar, agregó: “No me gusta escucharme. Una vez, mi mujer me regaló un grabador. Cuando me escuché, lo tiré y lo hice bolsa. ¿Sabés por qué? Porque en la grabación está el sonido, pero la emoción no queda grabada”.