Mató a balazos a sus compañeros de trabajo y se fue a afeitar

Conmoción por el doble crimen en una fábrica de hielo en barrio San Vicente. El asesino, que también hirió con una tijera a un tercer compañero, llamó a la Policía y confesó lo que había hecho. El testimonio del sobreviviente y las pericias psiquiátricas serán claves en la investigación.

Mató a balazos a sus compañeros de trabajo y se fue a afeitar
Familiares de las víctimas fatales lloran a metros de la fábrica\u002E

Por Alejo Gómez.

"Hola, ¿Policía? Vengan que acá tienen dos muertos y un herido". A eso de las 11 de este lunes entró el llamado al 101. Cuando el primer patrullero llegó a la fábrica de hielo "Polarcito", en calle Argandoña al 2.800 de barrio San Vicente, José Gustavo Suárez (41) estaba sentado en una pirca de ingreso al comercio.

Al revólver calibre 32 lo había dejado en un baño de la fábrica, donde se había cortado el pelo y afeitado después de cometer el doble crimen. "Es que hoy me tocaba. Todos los lunes me afeito", les dijo a los policías antes de ser metido en el móvil.

Una tercera víctima de Suárez se desangraba en el suelo con un cuchillo clavado en el cuello. Fue trasladada y operada de inmediato, y durante la tarde se recuperaba en el Hospital de Urgencias. Su vida no corría riesgo, pero se debe auardar al menos 48 horas para saber qué tan comprometida quedó la médula.

No hay antecedentes recientes en Córdoba de un episodio de estas características. La violencia atraviesa la provincia, pero no se recuerda que un empleado haya "enloquecido" y atacado a tiros a sus propios compañeros de trabajo.

Ira y dolor. Más de 20 años llevaba en la fábrica Ramón Natalio Rojas (59). Hacía unos 4 años que se había sumado su hijo Damián Ariel (28). Los dos viajaban todas las mañanas desde La Calera, donde vivían, hacia el barrio ubicado en el este de la ciudad de Córdoba.

"¿¡Es mi hermano!? ¡Díganme que no, que no son mi hermano y mi sobrino!", gritó una mujer que cruzó corriendo las cintas policiales y trató de entrar en la escena del crimen, que para entonces ya estaba repleta de peritos forenses, investigadores del Departamento Homicidios, policías y el equipo judicial del fiscal Alfredo Villegas.

Dos policías salieron apresurados de la fábrica y la contuvieron. Poco después llegaron otros familiares de los Rojas y lloraron abrazados en la vereda. Empezaba la siesta y el silencio de los vecinos encerrados en San Vicente era atroz.

No está claro cómo fue la secuencia del ataque. Lo que se sabe es que únicamente había cuatro hombres en la fábrica (es una empresa familiar, de pocos empleados) cuando pasó todo.

"Restan análisis balísticos y planimétricos para saber con exactitud cómo fue. Lo que podemos decir es nuestra hipótesis, que Suárez mató primero al menor de los Rojas y luego al padre. Y después le clavó la tijera al encargado cuando quiso intervenir", confiaron fuentes de la investigación.

Hugo Alberto Herrera (60) sufrió una herida profunda en el cuello. Entró consciente en el Hospital de Urgencias, con el cuchillo clavado en el cuello, y lo ingresaron directo en el quirófano.

En un primer momento hubo versiones periodísticas y policiales sobre que este hombre, que trabaja al menos hace una década en la fábrica, simuló estar muerto y por eso se salvó de ser rematado por Suárez. Pero los investigadores rechazaron esa situación: "El propio homicida llamó a la Policía y dijo que había dos muertos y un herido. O sea que sabía que uno de ellos estaba vivo", aclararon.

El testimonio de Herrera será fundamental en el curso que tomará la investigación del fiscal Villegas, quien imputó a Suárez por doble homicidio agravado y ordenó que le practiquen pericias psiquiátricas.

El propio Suárez dijo que tuvo "un ataque de ira".

La imputabilidad, eje de todo. Las pericias al homicida son el primer paso de un largo trabajo judicial para determinar si es o no consciente de lo que hizo, y como tal si será llevado a juicio o declarado inimputable.

Desde un primer momento abundaron las versiones sobre que Suárez mató a sus dos compañeros de trabajo porque estaba harto del "bullying" y las supuestas cargadas por un problema de salud que arrastra.

En ese sentido, en algunos medios circularon opiniones de psicólogos y especialistas advirtiendo sobre cómo estas "bromas" afectan el estado emocional de una mujer o un hombre cuando son cotidianas.

Sin embargo, desde el entorno de las víctimas negaron que fuera así, y atribuyeron el ataque homicida a que Suárez "no está bien de la cabeza". "Queremos aclarar algo: es mentira que a ese hombre le hayan hecho bullying. Nosotros lo conocemos y no está bien de la cabeza. Siempre tuvo delirios persecutorios, decía que sus compañeros en la fábrica lo querían envenenar", contaron en el Hospital de Urgencias los familiares de Herrera, mientras aguardaban el parte médico de la operación.

Lo mismo dijo Antonio Carosotto, un amigo de la familia Rojas que llegó a la fábrica al enterarse del doble crimen: "Ramón y Damián eran buenísimas personas. Es mentira que hayan cargado a ese hombre. Yo los conozco de toda la vida y descarto que haya sido así".

Los investigadores policiales que trataron brevemente a Suárez contaron que al parecer "no está en su cabales". De todas maneras, Suárez al parecer fue armado esta mañana a la fábrica, por lo que, de comprobarse que hubo premeditación, quedará complicada su versión de que reaccionó por un estado de emoción violenta propia del momento.

Sin embargo, algunos de sus actos posteriores -como haberse cortado el pelo y afeitado minutos después del doble crimen- también llaman la atención. Los resultados de las pericias psiquiátricas condicionarán las medidas procesales del fiscal Villegas.