Adiós a los anteojos

La presbicia es una patología de la que, pasados los 40, nadie se salva. Su aparición obliga a usar anteojos, pero el desarrollo de lentes intraoculares multifocales cambia el panorama.

Adiós a los anteojos
Adiós a los anteojos

Por Gabriela  Martín.

Al aproximarse la cuarta década, la lente natural del ojo (el cristalino) pierde la elasticidad que permite que se adapte de manera rápida y automática para ver de lejos y de cerca. En términos médicos, cuando una persona se acerca a los 40 años comienza a verse afectada por la presbicia.

A partir del preciso momento en que la persona empieza a notar que su vista falla, los anteojos suelen transformarse, más que en una compañía, en un karma permanente: molestan cuando están, pero también, cuando no están.

Leer los mensajes de WhatsApp o un cartel de tránsito, disfrutar de la lectura de un libro, mirar la hora al despertarse, distinguir (bajo la ducha) la escritura en miniatura de un envase de champú o acondicionador son tareas cotidianas que complican (y frustran) a cualquiera que empieza a notar los signos de la presbicia. Depender de los anteojos puede terminar siendo una verdadera complicación.

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Esa suma de alteraciones en la calidad de vida es la que desencadena en la consulta al profesional y la búsqueda de posibles soluciones. La primera opción que el oftalmólogo le ofrece a una persona con presbicia, que no quiere depender de anteojos, son las lentes de contacto –que no todos toleran– y, como último recurso, la cirugía.

“En este sentido, las intervenciones con láser para modificar la curvatura de la córnea son desde hace tiempo una opción, que puede permitir vivir sin anteojos más tiempo. Algunas de las tecnologías usadas permiten incluso darle a la córnea una función multifocal que permita ver por igual de lejos y de cerca”, explica el doctor Robert Kaufer, especialista en Cirugía Oftalmológica y Director Médico de Kaufer Clínica de Ojos.

Y agrega: “Las últimas mejoras que se han dado en el campo de las lentes intraoculares multifocales hacen que hoy éstas sean la alternativa más adecuada y confiable para quienes pueden utilizarlas”.

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Última generación

Las lentes intraoculares requieren tecnología de última generación tanto para la intervención en sí como para los estudios de diagnóstico previos, que se realizan a fin de evaluar con suma precisión qué tipo de lente será el adecuado para que el paciente recobre toda la funcionalidad de su visión, de forma definitiva y permanente.

“La intervención se realiza con anestesia local mediante gotas, despierto o sedado según la preferencia del paciente, que no siente absolutamente nada durante la operación ni después. Primero se interviene en un ojo y una semana después, el otro (la presbicia en general afecta a ambos). Allí se colocan las lentes en el lugar correspondiente al cristalino, y apenas pasada la puerta del quirófano, visión normal y vida normal”, relata el especialista.

Inmediatamente después de la operación los pacientes pueden experimentar algunos efectos visuales, tales como halos en las luces nocturnas. "Son comunes durante las primeras semanas y pueden causarle alguna molestia a alguno de los pacientes", agrega Kaufer, quien aclara que estos efectos ópticos se deben a la forma concéntrica de los anillos de la lente multifocal. Al cabo de un tiempo son corregidos automáticamente por el cerebro a través de un proceso de neuroadaptación.

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“La visión es un proceso en el que participan el ojo y el cerebro y este con el tiempo se adapta y deja de percibir esa anomalía que produce el ojo”, dice el especialista.

¿Solución para todos?

Las lentes multifocales intraoculares no son la solución para cualquier paciente. La cirugía en la que se colocan consiste en reemplazar al cristalino por un elemento artificial que, para corregir un problema funcional, produce una pequeña alteración de la calidad visual. Esta alteración es imperceptible en las personas que no cuentan con ningún otro problema de base en su ojo, pero podría empeorar el resto visual cuando existen otros factores como una afección e la retina o glaucoma.

“Esta cirugía sólo es aconsejable en aquellos donde el problema se encuentra únicamente en el cristalino del ojo”, indica Kaufer.

Y continúa: “Las cataratas son un problema que también se localiza en el cristalino, cuando este pierde su transparencia. Su reemplazo por una lente multifocal puede permitir, en quienes tienen cataratas y presbicia, solucionar ambos problemas a la vez”.

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La colocación correcta de la lente adecuada permitirá resolver también los problemas refractivos que el paciente pueda tener (miopía, hipermetropía, astigmatismo), logrando así una solución adecuada a sus necesidades y de por vida, porque la nueva lente es inalterable y el resto de los tejidos que conforman el ojo suelen sufrir menos que el cristalino el paso del tiempo.

“Normalmente la persona operada viene a control una semana después de la intervención, y después no es necesario vernos más, salvo para el control anual que cualquier persona se debe hacer”, cierra el especialista.

En números

Según las estadísticas que lleva el reconocido especialista en cirugía oftalmológica, el 93% de las personas operadas no volvió a usar un par de anteojos. Hay un pequeño porcentaje que los usa para algunas tareas particulares, pero no depende de los anteojos.

Lo que se busca con esta cirugía es que la persona pueda realizar todas sus actividades cotidianas sin ellos: leer, afeitarse o maquillarse, ver el tablero del auto al manejar, hacer las compras, entre otros.

Para quienes sufren de presbicia y están dentro del grupo de quienes pueden realizarse esta intervención, el fin de los anteojos –con plena salud visual y autonomía– es una posibilidad real.