Gabi, como ella se presenta, hace 30 años es docente de nivel inicial y trabaja en lo que le gusta. "Tengo mi jardín maternal, se llama Girasoles, es el amor de mi vida" expresa. Pero ante ante esta coyuntura, a causa de la pandemia, se vio obligada a buscar otros caminos.
"Frente a esta difícil situación que nos ha tocado atravesar busque reinventarme para hacer alguna actividad que me ayude económicamente y me mantenga activa, a pesar de que todos los días también envío las tareas a mis alumnitos", cuenta.
Gabi decidió convertir un hobbie en su nueva fuente de ingresos. A través de su emprendimiento "cobijarte", teje mantas nórdicas para la venta.
Las mismas pueden usarse de abrigo, de pie de cama o para colocar en los sillones y están hechas con lana natural de oveja.
Como tantos otros, su actividad se frenó en la pandemia. Sólo en la ciudad de Córdoba se estima que hay 550 jardines maternales que dan trabajo a 4 mil personas. Actualmente, peligran sus ingresos y sus puestos de trabajo.
Mientras que agrupadas buscan reconocimiento y ayuda por parte de organismos oficiales, muchas instituciones o sus mismas maestras se van reconvirtiendo. De esta manera, transforman sus quehaceres cotidianos y buscan la forma de dar batalla en una pandemia que complica las cosas demasiado.