De los 241 cargos que tiene el gabinete del intendente de Córdoba, Martín Llaryora, el 67 por ciento están ocupados por hombres y el 33 por ciento, por mujeres. Y, si se toman los cargos jerárquicos de más importancia, como son las 14 secretarías, sólo dos están encabezadas por mujeres.
La distribución de cargos según el género mejoró un poco respecto de la gestión anterior, encabezada por Ramón Mestre. En 2018, sólo el 28 por ciento de los cargos lo ocupaban mujeres.
Cabe recordar que en el Departamento Ejecutivo Municipal (DEM) no hay ninguna norma que obligue a cupos o a paridad de género en los puestos designados por el intendente.
Diferente es en el Concejo Deliberante, donde, gracias a una modificación en el Código Electoral municipal, se obligó a una composición igualitaria desde el tercer lugar en la lista. De esta manera, el Poder Legislativo de la ciudad tiene hoy 16 concejales y 15 concejalas.
No obstante, esa paridad se diluye si se analizan los puestos de más alto rango.
De los siete bloques presentes en el Concejo (Hacemos por Córdoba, Córdoba Cambia, Unión Cívica Radical, Evolución, Encuentro Vecinal, Fuerza de la Gente y Frente de Izquierda), sólo dos están liderados por mujeres. Encima, esos dos bloques son unipersonales: el de Olga Riutort y el de Laura Vilches.
Volviendo al Ejecutivo, es llamativo cómo la presencia de las mujeres disminuye de acuerdo a la jerarquía de los cargos. El escalón más bajo de mando en el municipio es la subdirección. De las 66 que deben aparecer por protocolo, 32 son subdirectoras, es decir, el 48 por ciento.
A nivel de secretarías, el cargo más importante en el gabinete, la presencia de mujeres decrece al 14 por ciento. Llaryora sólo designó a dos mujeres como secretarias: Verónica Bruera, en la Secretaría General, y Alejandra Torres, en Planificación y Modernización.
"En política, la evidencia empírica muestra que la sola posibilidad de competir por cargos electivos, no tener barreras para el acceso, no ha sido suficiente, porque hay otras barreras culturales o invisibles que siguen excluyendo a muchas personas, en particular a muchas mujeres, de la posibilidad de desarrollarse en la arena pública", señala Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
"En los ejecutivos hay algunos proyectos, y no se aplicaron. Es interesante ver ese contraste, una clase política que llega a resignar parte del poder y a compartirlo con otros géneros en los legislativos, pero en el lugar duro del poder, que son los ejecutivos, siguen estando las mismas barreras", expresa.