Por Gonzalo Toledo
Justo este lunes, que es el Día del Locutor, publicamos esta entrevista que le hicimos a Jorge Anezín, que el domingo festejaba sus 50 años, en el micrófono de Cadena 3. El conductor de Show de Gigantes, programa que hace 15 años comparte con su hijo Emanuel Anezín (quien tomará la posta en el futuro) nos contó con precisión de detalles cómo fueron esos primeros pasos en la radio.
Debutó en la emisora el 2 de julio de 1967, en la transmisión de una carrera del Turismo Carretera, en Oncativo. “Esa carrera la ganó Oscar Cabalén”, recuerda.
–¿Siempre estuvo en LV3?
–Siempre, excepto un pequeño año en que me fui, en el ‘91.
–¿Y el programa suyo cuántos años tiene?
–Tiene 41 años.
–¿Siempre con el mismo espíritu o fue cambiando?
–Siempre lo mismo, medio loco como soy yo ¡je!
–¿Cómo empieza el programa?
–En el ‘67 entré como periodista a LV3. Era locutor de la radio, ni siquiera era estable. Un día tenía que hacer la transmisión de un festival importante y se largó a llover. Yo estaba solo en la radio, con el operador Daniel Tapia, y le digo ‘tengo un disco’ porque yo siempre andaba con un disco.
–¿Y qué disco era?
–Andaba con un disco a mano porque recién me había recibido de locutor. Iba al Iser, en Buenos Aires, a rendir los exámenes. Estando allá conseguí un disco de Roberto Carlos, En vivo, en Mau Mau. Entonces, ese día que no se hizo la transmisión teníamos que tapar con algo, era un hueco de dos o tres horas. Le dije a Tapia ‘¿vos no tenés música?’, porque estaban todos los casilleros cerrados y él me dijo que tenía uno de Oscar Alemán. La discoteca estaba cerrada porque era domingo a la noche y le pregunté si no tenía algunos aplausos y tenía unos en una cinta, eran rollos de cinta grande que se ponían en el rack. ‘¿Y vos, ¿qué vas a hacer?’, me dice y le contesto ‘voy a hacer un show de grandes porque son todos importantes’. Así fue el show de los grandes. Al otro día me llamaron de la radio y yo tenía miedo, creía que me iban a suspender porque en esa época era todo muy exigente, tenía que tener libretos y todo. Había que presentarlos 48 horas antes y como yo hice todo improvisado y hablaba cosas locas del amor, de la vida ¡cómo ahora! yo creía que me llamaban para matarme. Pero no. El director artístico, que era Martín Bonetta, me dijo ‘te quiere hablar el director, ahora’. Pensé que estaba en el horno. Justo mi papá estaba haciendo La revista oral, con Tito Paz, Analía Vidal, Ismael Toledo y don Armando Miguel Montoya... estaban justo en el estudio. Yo fui a la radio, con mucho miedo, y no le dije a mi papá que estaba entrando. Entré a la radio, que estaba en Colón 119, y hablé en Dirección. Me dijeron ‘cómo hiciste ese programa’ Les dije que tuve que zafar y me preguntaron ‘¿por qué lo hiciste?’ y les dije que me parecía que no podía dejar sin nada y poner música sola, eso no era radio sino tocadiscos. ‘¿Y no hiciste ningún libreto’? me preguntaron y les dije ‘no, tengo mucha facilidad para improvisar’. Yo creía que me echaban, y eso que hacía poco que estaba en la radio... entonces me dice Bonetta ‘te vamos a pagar porque te ha salido bárbaro, el programa’. No me acuerdo si eran 500 por programa, iba a seguir cobrando mi sueldo de locutor y por el programa me iban a pagar en Artística. Entré en el estudio y estaba mi papá... ¡nunca pensé que iba a tener mi propio programa en la radio!
–Y ya nunca más lo dejó.
–Claro. Me acuerdo que vino Tito Paz y me preguntó ‘cómo hiciste’. Le conté y le dije que le puse El Show de los Grandes. La radio estaba en el cuarto piso y se veían las montañas por las ventanitas del estudio. Le puse por los grandes, gigantes como esas montañas y me dice Tito ‘entonces, ponele Show de Gigantes’ Y tenía razón.