Por Pablo Petovel.
El desayuno contribuye de manera notable al resultado final de lo que se entiende como una alimentación equilibrada. Una primera comida del día de calidad adecuada debe (o debería) ser completa, variada y aportar entre el 20 y 25 por ciento del total de las necesidades energéticas que se demandan a lo largo del día. Esto, en los más chicos, es clave para un rendimiento intelectual y físico óptimo en la escuela.
Sin embargo, entre ese "deber ser" y el "ser" del desayuno de los chicos cordobeses hay una brecha enorme. Así lo evidencia un estudio de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNC que se hizo el año pasado con el apoyo del Conicet y que analizó este tema en una muestra de niños de 4to, 5to y 6to grado de escuelas públicas y privadas de la ciudad.
Según la investigación, se encontró que el 89,1 por ciento de los chicos desayuna de manera inadecuada antes de ir a la escuela en cuanto a la calidad de los alimentos; y el 10,9% restante, realiza un desayuno parcialmente adecuado. El resultado es contundente: "Ningún desayuno fue clasificado como de calidad adecuada", dice el texto del estudio realizado por las investigadoras Cecilia Juárez y Marina Ramis, que además apunta que se abusa de hidratos de carbono y grasas, y hay pocas proteínas.
El estudio (“Desayuno: Condicionantes y asociación con el estado nutricional en niños de 9 a 12 años”) dice, además, que la energía proporcionada por esa primera comida también es deficiente. Los resultados muestran que 8 de cada 10 chicos (el 80,7%) reciben un aporte energético insuficiente para cubrir el 25 por ciento del VET (Valor Energético Total) diario.
Y para rematar: la composición de los alimentos consumidos también es mala. “Sólo un niño logró incorporar a su desayuno alimentos de los tres grupos recomendados: cereales, lácteos y frutas”, dice el texto. Del resto, el 36,3 por ciento realiza desayunos parcialmente completos (consume alimentos de dos de esos tres grupos) y el 63,2 por ciento, incompletos (sólo uno o ninguno de los alimentos, sin combinarlos con el resto).
Qué toman. El estudio se hizo mediante una serie de cuestionarios especialmente diseñados para chicos de cada edad, y luego se completó con entrevistas personales. Así se pudo establecer que, por ejemplo, el llamado "grupo de cereales" está incluido en el 74,6% de los desayunos de los chicos. Dentro de ese universo, los alimentos más destacados fueron el pan francés (27,8%), seguido por los derivados de cereales ricos en grasas y escasos en fibra, como las facturas (17,9%) y el pan criollo (17,5%). También, en menor proporción, incluyen galletas dulces y saladas (14,6%).
Otro dato importante (y que debiera alarmar), sólo el 48,1 de los chicos consume lácteos en el desayuno, en la mayoría de los casos, en forma de leche (76,5%), seguido por yogur (17,7%) y en queso (15,7%).
A la fruta, la otra pata clave para considerar al desayuno como adecuado, la consume apenas el 2,4 por ciento de los niños de Córdoba.
Sobrepeso. Entre las conclusiones, el informe indica que las deficiencias encontradas en los desayunos están vinculadas "al sobrepeso y la obesidad en la infancia".
En relación con la composición del desayuno según el estado nutricional y el sexo, dice que “se observó que en las niñas un desayuno incompleto se asocia a la presencia de obesidad”, es decir que el consumo de un desayuno bajo en micronutrientes y proteínas y elevado en grasas e hidratos de carbono se asocia al exceso de peso.
En el caso de los varones, se evidenció una asociación inversa entre la presencia de obesidad y el valor energético total de la dieta, “observándose mayor exceso de peso cuanto más bajo es el consumo calórico”.
Las investigadoras dicen que si bien hay un problema, la situación “probablemente puede atribuirse a la falta de conocimiento en lo que respecta a los alimentos que es recomendable incluir en el desayuno”. Es decir, la gente no sabe que lo ideal es combinar cereales (pan, criollos, galletas), lácteos (leche, yogur) y frutas.
Es por esto que aconsejan compensar nutricionalmente el desayuno durante la mañana con una colación. “Sería una buena oportunidad para incluir frutas o lácteos que permitan aproximarse a la recomendación”, finalizan.
Cuestionario. El relevamiento de los datos se hizo con un cuestionario ilustrado y estructurado destinado a obtener datos sobre las cinco comidas principales (desayuno, colación de media mañana, almuerzo, merienda y cena) a partir de alimentos o grupos de alimentos. El cuestionario fue respondido dentro del aula, de forma guiada por las investigadoras. Luego, cada niño fue entrevistado personalmente para indicar el tamaño de las porciones de cada alimento se seleccionaron y así cuantificar el consumo. En paralelo, se evaluó el estado nutricional de los pequeños tomando los datos antropométricos.