A propósito del 25 de Mayo, del rol de los criollos en aquel Cabildo Abierto que fue puntapié para la independencia, el sacerdote Mariano Oberlin compartió en su cuenta de Facebook una analogía que invita a la reflexión.
El cura escribió:
Se está llenando de negros…
Recuerdo que al poco tiempo de haber llegado a esta parroquia, alguien me regaló una patineta. Entonces con un par de tablas armamos una rampita para que los chicos que venían a la copa de leche tuvieran la posibilidad de divertirse sanamente.
Unos días después se acercaron dos personas a pedirme el pase de la catequesis para sus hijos, porque los iban a mandar a otra parroquia. Y como yo suelo ser bastante desconsiderado (y lo digo con vergüenza) simplemente les hice el pase y se los di, sin preguntarles nada más. Frente a esto, una de las personas me dijo: "¿Y no nos va a preguntar por qué los cambiamos de parroquia?". Así es que les pregunté: ¿Porqué los cambian? Y la respuesta fue: "Porque esta parroquia se está llenando de negros con esa patineta."
Siempre escuchamos de French y Berutti la historia de las escarapelas (o las insignias del color que fuesen) que repartían en la plaza del cabildo. Pero antes de las insignias hubo otra repartija. "El 21 de mayo se repartieron cuatrocientos cincuenta invitaciones entre los principales vecinos y autoridades de la capital.
La lista de invitados fue elaborada por el Cabildo teniendo en cuenta a los vecinos más prominentes de la ciudad. Sin embargo el encargado de su impresión, Agustín Donado, compañero de French y Beruti, imprimió muchas más de las necesarias y las repartió entre los criollos, para que asistan sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al cabildo abierto. Y los mismos French y Beruti, al mando de seiscientos hombres armados con cuchillos, trabucos y fusiles, controlaron el acceso a la plaza, con la finalidad de asegurar que el cabildo abierto fuera copado por criollos." Y así fue que la plaza se llenó de "negros" invitados de contrabando. Y fue la presencia de ese pueblo criollo lo que permitió a Berutti exigir al cabildo que se dejen de jugar y se definan de una vez.
Así es que a aquellas personas que se escandalizaban de que la parroquia se estuviese llenando de negros, les invité a que leyeran la historia de Berutti, cuyo nombre, precisamente, lleva la calle sobre la que está situado el templo.
Hoy, 25 de mayo, me acordé de esta historia.
Hoy, 25 de mayo, siento que necesitamos muchos "imprenteros" que impriman de sobra para los pobres y no de "sobres" para los ricos; necesitamos muchos Beruttis que, lejos de volver sus armas contra el pueblo, pongan sus ejércitos al servicio de los excluidos; necesitamos revoluciones que no se cansen de incluir; necesitamos muchos mayos que nos recuerden el norte: libertad, igualdad, fraternidad.