Muchas son las historias de personas y hasta familias completas que desean cumplir el sueño de vivir en otro país o quizás viajar para probar suerte en términos laborales y construir un futuro diferente, aunque lejos de Argentina.
Este es el caso de Mariano Villarreal, un carlospacense de 41 años que decidió cruzar el charco e instalarse en Nueva Zelanda. Este país que en los últimos años ha recibido a miles de argentinos y que permite “probar suerte” e incluso un lugar estable para vivir.
Luego de vivir situaciones personales, emocionales y dolorosas para Mariano, tomó la fuerte decisión de emprender este nuevo camino. Así fue como su viaje hacia Nueva Zelanda comenzó en febrero y en tan pocos meses ya consiguió trabajo y disfruta de su vida en el exterior.
“Acá nos quieren a los argentinos porque somos laburantes”, le dice Mariano a TN este carlospacense que además es facático de Boca y tuvo que vender su colección de camisetas para poder viajar.
Mariano consiguió tres trabajos: lmpia departamentos para una empresa de alquileres temporarios, atiende un boliche y también es vendedor en una concesionaria de autos. Así, con entre 50 y 60 horas de trabajo semanales, junta unos 6 mil dólares neozelandeses al mes (unos 3700 dólares estadounidenses).
“Acá comés, salís, hacés de todo y aún así te sobra la mitad de la plata”, destacó Mariano. El carlospacense eligió vivir en un hostel para poder conocer gente e interactuar.
Cuando tomó la decisión, tuvo que ceder a un familiar su empresa de cartelería que tenía en Argentina, además de vender su auto y su moto para costear el pasaje y reunir fondos suficientes.
Mariano recibe muchas consultas de personas que quieren emigrar a Nueva Zelanda. Para él, la fórmula del éxito reside en “arremangarse y trabajar”. También advierte que no hay que “hacerse el vivo” porque en ese país “no es fácil y nadie te regala nada”.
En la entrevista a TN, señaló: “Yo acá limpio departamentos, allá no lo había hecho. Pero no se me cae ningún anillo”, comenta. “Acá les gusta nuestra iniciativa, los argentinos somos laburantes y nos quieren. Eso de ‘Lo atamos con alambre’ acá se convierte en algo positivo”.
La de Mariano no es una historia más. Es la historia de vida muy similar a la de muchos argentinos en estos tiempos.