Ferderico Bono tiene 43 años y es oriundo de la ciudad de Esperanza, en Santa Fé. Su familia tiene hace mucho años una casa de vacaciones en Huerta Grande, por lo que se trata de una familia conocida por los vecinos y lugareños. Lo cierto, es que el pasado 7 de julio llegó a la vivienda para pasar unos días de descanso, cerca de la naturaleza y cuidar del un poco del lugar.
El 8 de julio, Bono mantuvo una conversación telefónica con su madre María, a quien le envió fotos de la casa, de las sierras, de la casa y le expresó que tenía ganas de ir unos días montaña adentro, pero nada concreto.
Este dato se vuelve crucial ahora que Federico no aparece: esa conversación se produjo luego de que un vecino advirtiera a María “que el portón de la casa se encontraba abierto”. Por esta razón, la madre se comunicó con él y mantuvieron esa conversación sobre las plantas, la casa, en la que hablaron bastante. Sobre la situación del portón, Bono dijo que quizá s elo habría olvidado porque salió apurado. Ese fue el último contacto.
Lo cierto, es que su familia pensó en esto de la montaña y que quizá habría ido en búsqueda de esa aventura, pero pasados los días la preocupación se hizo mayor y esta semana tanto la madre de Bono, como Rafael, el padre, decidieron viajar desde Santa Fé a Huerta Grande para denunciar lo que estaba ocurriendo.
En la casa, encontraron la mochila y la documentación de Bono. La policía de la departamental Punilla Norte ya inició la investigación, y el objetivo inmediato es determinar la ubicación del telefóno celular para poder comenzar con un rastrillaje.
Federico es delgado; mide 1,75 m; tiene tez trigueña, cabello rubio, ojos celestes y barba.