La salud del suelo

La salud del suelo es fundamental para cuidar la salud de las plantas y promover la productividad agrícola en un entorno sostenible.

La salud del suelo
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Tal afirmación –lejos de tratarse de un slogan– es el resultado de más de dos décadas de investigaciones orientadas a intentar comprender los dinámicos y complejos procesos que realizan las plantas con los miles de millones de microorganismos que habitan en el suelo.

“En la propia agricultura está la respuesta para regenerar los suelos”. Así lo indicó Luis Wall, director del Laboratorio de Bioquímica, Microbiología e Interacciones Biológicas en el suelo de la Universidad Nacional de Quilmes, durante una conferencia ofrecida en el Congreso de la región CREA Sudoeste realizado en la localidad bonaerense de Olavarría.En lo que va del presente siglo, gracias al avance tecnológico que permite realizar, con creciente rapidez, secuenciaciones genómicas, los investigadores de muchas naciones del mundo vienen identificado y estudiando las comunidades microbianas que habitan en los diferentes suelos.Wall y sus colaboradores, precisamente, se dedican a recorrer campos de la región pampeana argentina para tomar muestras de suelos, analizarlas y determinar qué y cómo actúan tales microorganismos. “En un gramo de suelo puede haber 10.000 millones de bacterias distintas, como mínimo 100 metros de filamentos de hongos, un billón de virus, 10.000 nemátodos, hay, en definitiva, un montón de vida”, explicó.”El mayor reservorio de carbono del planeta son las plantas, pero el segundo son los microorganismos. ¿Qué es lo que tenemos que generar en el suelo para capturar carbono? Tenemos que generar biomasa microbiana”, añadió.

Microorganismos

Los microorganismos mantienen relaciones o asociaciones beneficiosas con las especies vegetales y son estimulados a través de las sustancias que secretan las plantas; eso es conocido como efecto rizosférico.

“Cuando descalzan una planta y ven que el suelo está pegado a la raíz, eso es un indicador de salud de suelo, porque en ese suelo pegado existen miles de millones de microorganismos que actúan de intermediarios entre los nutrientes y las plantas”, remarcó Wall.

“Las plantas no absorben los nutrientes directamente del suelo, sino que lo hacen a través de un microbioma y ese es un concepto completamente nuevo y no está del todo claro cómo sucede”, sostuvo el investigador.

Buena parte de los denominados bioinsumos se obtuvieron precisamente al aislar y producir en escala industrial microorganismos integrantes de ese microbioma que resulta beneficioso para las plantas.

El investigador explicó que, así como los humanos se hacen análisis clínicos para poder determinar su estado de salud, lo mismo ocurre con el suelo. Y que en un futuro, con el avance de las investigaciones, será habitual en el diseño agronómico emplear indicadores para medir tanto la condición química como física del suelo.

“Los microorganismos generan estructuras. Las bacterias y los hongos fundamentalmente generan productos extracelulares poliméricos. Y esa microestructura inicial es lo que genera la física del suelo”, comentó Wall.

“Es muy común escuchar que hace falta mejorar la estructura física del suelo para que habiten los microorganismos en el mismo, pero en realidad es al revés, porque hay que lograr generar vida en el suelo para que eso contribuya a construir la estructura del suelo”, agregó.

La tecnología permite secuenciar el perfil genómico de los miles de millones de microorganismos que habitan en el suelo para poder clasificarlos y estudiarlos. Esa es la primera instancia para poder determinar la salud del suelo.

“Se puede decir que una planta tiene más células bacterianas que células vegetales. Pero las poblaciones microbianas de la rizósfera de las plantas nativas en ecosistemas naturales son más ricas en probióticos que las plantas que nosotros cultivamos, que no fueron seleccionadas considerando criterios microbiológicos. Entonces por medio del uso de bioinsumos podemos complementar muchas funciones que se perdieron en el proceso de selección”, apuntó.

Salud del suelo: mediciones

La salud del suelo en términos microbiológicos, además de determinarse por medio del perfil genómico, también puede hacerse midiendo la presencia de enzimas, dado que las mismas aumentan la velocidad de reacción con la cual las plantas son capaces de descomponer los recursos o sustancias contenidas en el suelo para liberar así los nutrientes disponibles. “Los niveles de actividades enzimáticas, en general, aumentan cuando se incrementa la intensificación del uso del suelo”, señaló.

El equipo de investigadores coordinados por Wall además desarrolló una metodología para emplear la presencia de lípidos totales en el suelo como indicador de la salud del recurso. “Lo que encontramos es que determinados valores de perfiles lipídicos correlacionan bien con el buen manejo del suelo, la captura de carbono, la densidad de lombrices o la estructura microbiana del suelo, entre otros factores”, indicó.

Las investigaciones emprendidas por equipos científicos como el coordinador por Wall, además de permitir comprender la dinámica de los sistemas productivos con una mirada sistémica, resultarán sustanciales para poder, en un futuro, ponderar el valor de un campo en alquiler o bien calcular el valor económico de un arrendamiento agrícola considerando el bueno uso o no del recurso