Laura Natale (lnatale@larazon.com.ar)
Ella dice que es una madre agotada. Pero se la ve feliz. Inés Estévez, que en otro tiempo supo guardarse y hablar poco con la prensa, se convirtió en esta otra mujer: más simpática, relajada, cálida y cercana. Claro que no es así como se le ve cada miércoles a la noche en "El maestro" (El Trece), la ficción de Pol-ka y en donde encarna a una ex bailarina y ex pareja del personaje de Julio Chávez, una de las pocas "malas" que le han tocado hacer a Inés en su larga carrera. "Detrás de la maldad y el resentimiento siempre hay una gran herida, un gran dolor. Pero lo interesante es que también está el libre albedrío, cada uno puede elegir capitalizarlo y tomar eso como algo constructivo o tomarlo como algo destructivo. Esta mujer eligió la segunda opción", cuenta Inés sobre este personaje roto llamado Paulina.
Las razones de la maldad se intuyen pero habrá que esperar el quinto capítulo (esta noche se emite el tercero) para conocerlas expresamente.
Hay actores que reconocen que trabajar con Julio Chávez es difícil por su enorme exigencia y su carácter, ¿cuál fue tu experiencia?
Por favor, desmitifiquemos esa boludez. Julio es un sol, es una persona enfocada en el resultado final y en hacer bien lo suyo. Punto. Lamento no haber interactuado más porque nuestros personajes se cruzan poco. Las pocas veces fueron deliciosas y el feedback era instantáneo. Es lo que me pasa con los actores talentosos y con mucha experiencia. Me pasó con Mercedes Morán: esa sensación de que te tiran el centro para que vos sólo la empujes -emplea una figura futbolera-.
Con cambio de look incluido, Estévez está filmando una película de la que mucho no puede hablar. "Dirige Gonzalo Tobal. La protagonista es Lali Espósito y los padres somos Leo Sbaraglia y yo. Se llama 'Dolores'. Nada más". Ahora está en pleno movimiento pero allá por el 2006, Inés le bajó el telón a la actuación, estuvo casi 10 años alejada de los medios y un día volvió. Primero al cine y después, despacio y sin prisa, a la tevé. En el medio creció, maduró, se diversificó. Dirigió, escribió, leyó, cantó. Y probó con volver actuar. Y se sintió mejor. Además fue madre, adoptó a dos nenas.
¿Sentís que sos un ejemplo de mamá como dicen?
Yo no soy ejemplo de nada. La vida me fue llevando hacia un lugar que derivó en la adopción de dos seres hermosos. Yo hago lo que puedo, cuando puedo, lo mejor que puedo. Nadie es perfecto. Doy lo mejor que puedo en la medida de mis recursos y mis tiempos, y me equivoco como todo el mundo. Por más cansada que esté de filmar y dar clases, cuando vuelvo a casa pienso: qué suerte que están acá las chicas. Es un vínculo de amor profundo, ¿hay algo más hermoso que eso? Ahora bien, cómo hago, no sé.
¿Tenés manos que te ayudan?
Sí tengo dos personas, porque la más chica tiene muchas dificultades motoras y no habla, entonces tiene que haber siempre dos pares de manos y gente de mucha confianza. No soy de esas personas que tienen la madre, la abuela, la tía, el hermano para ayudar. Necesito gente que colabore permanentemente. Yo monitoreo las 24 horas, me parto en veinte pedazos para llevarlas al traumatólogo, al oculista, al dentista y las terapias... Cada una de ellas hace tres terapias diferentes para ir apuntalándolas. Con el papá nos repartimos muy bien la tarea, estamos muy presentes y nos dedicamos todo lo que podemos.
Tenés una postura no hipócrita de la maternidad y eso rompe un poco con el cuento rosa...
En la era de las redes y las acusaciones se tiende a criticar el supuesto egoísmo de la persona que quiere “poseer” un hijo. Y en realidad lo que tenemos que hacer es fijarnos en la sociedad y sus mandatos. Creo que el problema es socioeducativo y no de la persona particular, que decide tener un hijo porque hay que tenerlo. En cuanto a lo mío, más que “no hipócrita”, es la suerte de tener la estructura para albergar una situación como ésta. No todo el mundo tiene la estructura psicoemocional o la fuerza para admitir una instancia de esta naturaleza. Pero yo lo recomiendo. Que adopten hermanos. Lo recomiendo ampliamente porque es hermoso. Yo me cargué una cosa más pesada que tiene que ver con problemas de salud, pero Marcela Morelo, por ejemplo, acaba de adoptar tres hermanos. Y la está pasando bomba. Así que me encantaría que se pudiera difundir esto: “El maestro” es un programón. Y adopten hermanos.