Opinión: Hitos de la música argentina

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Opinión: Hitos de la música argentina
Gillespi nos explica por qué están locos los trompetistas

Por Gillespi

Mucho se ha hablado en los últimos años del gran fenómeno de ventas que consiguió Fito Páez con su disco "El amor después del amor", en el año 1992. Es inevitable ahondar en su producción para buscar el "por qué" de semejante hito. Inmediatamente asociamos la creación a los estados de ánimo del artista y por aquellos años, Fito iniciaba una relación amorosa con la actriz Cecilia Roth, hermana del músico Ariel Roth (integrante junto a Calamaro del grupo Los Rodríguez). Fito Pá- ez salía de una etapa turbulenta, después de su separación con Fabiana Cantilo y encontraba nuevamente la magia de su arte levitando por el mundo con su nueva pareja.

Canciones como “Pétalo de sal”, “Tráfico por Katmandú”, “La rueda mágica”, compuesta por Páez y Charly García, y la genial “Tumbas de la gloria” fueron sólo algunas muestras del gran momento de Fito como compositor. Como suele suceder en los discos trascendentales, las canciones, además, fueron impecablemente grabadas y con una importante producción. Los músicos que participaron son un verdadero seleccionado argentino.

Luis Alberto Spinetta grabó algunas guitarras y cantó en “Pétalo de sal”, y Charly participó en “La rueda mágica”. Las voces femeninas estuvieron a cargo de Mercedes Sosa, Fabiana Cantilo, Celeste Carballo y Claudia Puyó. De los instrumentos de percusión se encargaron el Chango Farías Gómez (bombo legüero) y el uruguayo Osvaldo Fattoruso. Como invitados especiales también participaron Ariel Roth y Andrés Calamaro.

Estos dos últimos revolucionaron España con su grupo Los Rodríguez y su mezcla de pop, rock y rumba flamenca: canciones como “Sin documentos” fueron verdaderos himnos populares. Es aquí donde comienza el otro gran hito del rock argentino y es el disco “Alta Suciedad”, de Andrés, el segundo disco mas vendido de la historia del rock nacional. Los Rodríguez se separaron en 1996 con una última gran gira y cada cual tomó su camino en solitario. Calamaro, como había hecho diez años antes después de la disolución de Los Abuelos de la Nada, armó un pequeño estudio de grabación en su departamento de Madrid y retomó la gimnasia creativa de componer y grabar una canción por día. Una de las primeras fue “Crímenes perfectos” y, posteriormente, surgieron “Flaca”, “Me arde” y “Loco” (sus imbatibles hits radiales). Los demos caseros mostraban un verdadero arsenal de canciones y sólo faltaba definir la producción de este nuevo disco. El legendario productor Joe Blaney, quien trabajó con The Clash, Los Ramones, Prince y Charly García (“Clics Modernos”) fue convocado para la producción.

De la misma manera que en “El amor después del amor”, de Fito, las buenas canciones son el motor de una gran producción.

Blaney convoca a los mejores músicos sesionistas, tales como el baterista Steve Jordan o el guitarrista Marc Ribot (por citar algunos) para las primeras tomas en New Jersey, de donde se mudaron a otro estudio en Manhattan y para concluir el periplo de grabación, tiempo después en un tercer estudio, esta vez en Miami.

El propio Blaney es reticente a hablar de las sesiones de grabación con el Salmón, que fueron intensas y por momentos caóticas. Calamaro no se conformaba con las mezclas de Blaney y proponía cambios radicales al nivel de llegar a empezar desde cero varias veces, descartando el material logrado para empezar nuevamente hasta acercarse al sonido que él tenía en su cabeza.

“Personalmente, atravesaba por una etapa luminosa pero turbulenta, como lo son la mayoría de las épocas. Habría tiempo para más turbulencias, pero el brillo luminoso de este disco es difícil de repetir”, expresó el propio Andrés hace pocos días. Lo cierto es que “Alta Suciedad” ha cumplido 20 años de camino ininterrumpido. Sus canciones vibran en el corazón de miles de personas y han sabido perpetuar su magia a través de las décadas. Actualmente, Calamaro se recupera de una extensa gira, como el guerrero que toma fuerzas para una nueva contienda, cocinando para sus amigos en una casa de la zona de Benavídez. Como él mismo dice “haciendo una vida austera y cultural”.