El 25 de noviembre del 2020 quedará en la eternidad de los tiempos como el día que Diego Armando Maradona nos demostró que era humano o por lo menos bilogicamente cumplia con los parametros habituales, adentro de la cancha, olvidense; no habrá alguien o algo parecido para jugar a “la pelota”.
Demas esta decir que su desaparición física inspiro cuentos, mitos, leyendas, rituales y menesteres. Miguel “Pato” Ramón escritor de nuestro fútbol regional, futbolero y maradoniniano; bueno todos tenenemos algo que nos relaciona o nos recuerda a Diego; expresó lo que pensaba y sentía sobre el hecho.
El primero de los textos se títula “Te lloro Diego”, que salió a las pocas horas de haberse conocido la noticia que alguna vez todos sospechamos pero nunca quisimos creer y dice así:
“Capaz que no, pero me parece que el sol ya no brillará en las tardes de domingos con fútbol como hasta hoy. Tal vez no, pero el césped no tendrá el mismo verde y lo veremos un tanto amarillento por más que lo rieguen en los entretiempos de los partidos. Imposible que pase, pero seguramente las pelotas tendrán otro peso, y no rodarán como antes, y menos volaran para clavarse en el ángulo de palo y travesaño. Aún sin perder la voz, ya no se escucharán aquellas arengas en la boca del túnel juramentarse dejar la vida por los colores. Es el tiempo de nuestro llanto, un llanto que no es de todos, tampoco pretendo que lo sea porque hay que ser agradecido para llorar en estos momentos, y yo le agradezco. Hay que ser respetuosos con nuestros sentimientos y las lágrimas son nuestra mejor ofrenda.
No es necesario levantar sus banderas, esas que nosotros siempre hemos defendido, esas de sus atributos como jugador, como capitán, como defensor de los débiles, esas banderas que indican sus orígenes, y que nunca los negó. Tampoco es necesario que se levanten las otras, esas nefastas que muestran sus tropiezos. Porque la verdad, no hay quien se pueda atrever a levantarlas si realmente se miran el interior de cada uno, de esos que lo detestan, mirar sus propias miserias, esas que tampoco las pueden esconder. Ha sido la muerte de varios Maradona. El Cebollita con todos sus sueños de campeón de Octava, y jugar un Mundial; aquel Maradona del debut frente a Talleres y que fueron más de doscientas mil personas a ver aquel partido. Ese también no está dejando.
Ha muerto aquel Maradona jugador soldado, el que estaba haciendo la colimba y trajo la Copa Mundial Juvenil Japón 1979. Ese mismo campeonato que me hacía levantar a las 6 am para ir a ver los partidos a lo de mi abuela, y después llegar tarde a las clases de la escuela comercial. Se ha ido el Maradona campeón del ’81 con los colores de sus amores. Ese mismo Maradona que le pegaron un voleo y lo hicieron caer en Europa. El Maradona del Barcelona donde padeció lesiones y enfermedades, con algunas pocas alegrías. Ese Maradona catalán, también nos dejó hoy. El Gran Maradona, ese que llego al Napoli para dar vuelta la historia en Italia, y coparle la parada a los del Norte. Ese Maradona endiosado, tanto o más que el propio San Genaro, el patrono de Nápoles. También se nos está yendo ese Tano Maradona.
El Maradona Campeón del Mundo, aquel Barrilete Cósmico, el de la Mano de Dios, y el Maradona del otro “golcito” a los piratas. Nos está diciendo adiós. Ese Maradona que sabe cuánto pesa la Copa del Mundo, también nos está dejando. Lo mismo que los Maradona de los doping, de las proezas de volver una y otra vez, hasta que le cortaron las piernas. También se está retirando. El del Sevilla, Newell’s, y sus regresos sin triunfos rutilantes de otrora. Ese Maradona ya no lo tenemos. Hasta este DT del Lobo, hasta ese que parecía feliz de volver a entrar a una cancha, sentarse en esos sillones de homenajes. Además, sí, además ese Maradona ya no estará. Aquellos Maradona rebeldes, provocadores, que confrontaban con la FIFA, que les hacían frente al poder de la camorra, aquellos Maradona desafiantes y combativos, ya no lo veremos más. Se despide aquel Maradona de las mil frases. El de, “se te escapó la tortuga, fiera”. O, “me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”; “yo nunca quise ser ejemplo”.
Tampoco aquellos Maradona generosos con cada camiseta que defendió, y sobre todo la de nuestra Selección Argentina. No volveremos ver a un Maradona (ni a ningún otro jugador), que sea capaz de hacer que los propios italianos (napolitanos en su Mundial ’90), sean capaces de respetar con silencio, y no abuchear a su, nuestro ídolo, enfrentando a su propia Nazionale. Hoy lo lloro porque sigo en deuda por tantas alegrías, tantos goles, y sé que nunca se los podré pagar. Lloro agradecido por tantos que compartirán mi dolor. Hoy se llora a cada Maradona que nos está dejando. Se llora a Maradona en todos los idiomas. Lo lloran los de todas las edades, aún aquellos jóvenes que no lo vieron jugar, pero lo lloran por la transferencia de amor de sus progenitores. Importa y duele que ya no estés (¡y cuanto!), pero que no estés, no me impedirá llorarte”.
Te lloro Diego Armando Maradona. Y es mi mejor ofrenda.
De esa manera “El Pato” Ramón recordo y despidio al “barrilete cosmico”, tambien escribió “Con los cordones desatados” otro pensansamiento que se puede encontrar en su perfil de Faceboock además de cuentos y fabulas que hace tiempo viene deciando “Al Pelusa” entre ellos “Me he sentido Maradona”, “Iluminados por su Gloria”, “Diego Armado Luyo”, “22 de Junio día del Gol”.