Son temas que no pasan desapercibidos para los argentinos. Sobre todo, el de la guerra de las Malvinas, acontecida en 1982 entre este país y el Reino Unido por la soberanía del archipiélago al que sus habitantes, la gran mayoría de ascendencia británica y con gobierno que responde a Londres, denominan oficialmente Falkland Islands.
The Crown, la premiada serie de Netflix que todo el mundo está viendo, aborda en su cuarta temporada y entre otros sucesos que tuvieron como protagonista a Margaret Thatcher justamente el conflicto bélico del Atlántico Sur; y también el extravío de su hijo Mark compitiendo en el entonces llamado rally París-Dakar.
En el cuarto capítulo, llamado “El favorito”, la serie abre destacando la crisis sufrida por la primera ministro británica (interpretada por la actriz Gillian Anderson), durante la desaparición temporal de su hijo de 28 años (representado por Freddie Fox) en la legendaria carrera.
Con una ambientación notable, el espectador se encuentra de arranque con la recreación del ambiente de la parisina largada del ya famoso rally-raid, que entonces era propiedad de la empresa TSO (sigla en francés de Thierry Sabine Organisation) y desde 1993 hasta el presente de ASO (Amaury Sport Organisation).
Más allá de que, erróneamente, se muestra a los vehículos partir a toda velocidad desde la misma rampa protocolar de largada –¡lo cual parece hasta de ciencia ficción!-, el Peugeot 504 Dangel blanco, número 178, que tripulan la piloto francesa Anne-Charlotte Verney, su navegante Mark Thatcher y el mecánico Jacky Garnier, también galo, está muy bien logrado.
En una escena posterior, Margaret Thatcher visita en una audiencia a la reina Isabel II (Olivia Colman), quien después de observarle a la mandataria las falencias que está exhibiendo su gobierno -crisis económica, inflación, desempleo, recortes, etc.- advierte la consternación de ésta, que hasta quiebra en llanto después de apenas esbozar algunas respuestas a los cuestionamientos reales.
Si la Dama de Hierro era capaz de llorar ante la reina es algo que quizá solo los verdaderos personajes habrán sabido. Uno se pregunta lo mismo con tantos otros diálogos encerrados en cuatro paredes, sobre los que el director lógicamente se habrá tomado licencias de verosimilitud y que, indudablemente, hacen que la serie sea atrapante. Sin dudas.
Volvamos a la misma escena. Preguntada por la soberana sobre el por qué de sus lágrimas, Thatcher le confía que su hijo predilecto o favorito (de allí, el nombre del capítulo) está desaparecido; que está compitiendo en el rally París-Dakar y que la organización informó que se desvió de la ruta, y que hasta el momento se desconoce su ubicación.
A partir de allí, la serie se equivoca en forma grosera respecto de los hechos reales, algo en lo que el televidente confía plenamente. Más, tratándose de figuras públicas tan importantes y de sucesos tan relevantes.
Mientras la primera ministro, constantemente afligida, es informada sobre cómo marchan los intentos de búsqueda y localización de su hijo en la competencia que se desarrolla en el continente africano, irrumpen asesores que le comunican que un grupo de obreros recién desembarcados en las islas Georgias del Sur (South Georgia, oficialmente para el Reino Unido) acaban de izar la bandera argentina allí, algo que consideran ilegal y como una agresión, al tratarse para ellos de un territorio británico de ultramar.
La máxima autoridad del gobierno escucha; mira hacia un costado y hacia abajo. Luce totalmente desconcentrada. Su esposo Denis, representado por Stephen Boxer, les pide a los asesores –atónitos por el silencio de la mandataria-, “que le den tiempo”…
¿Cuál es el grosero error? El rally París-Dakar de 1982 (cuarta edición de la prueba) se llevó a cabo entre el viernes 1° y el miércoles 20 de enero. Mark Thatcher y sus compañeros del Peugeot 504 número 178 fueron hallados sanos y salvos el viernes 15 de enero.
Y el incidente del izamiento de la bandera argentina por obreros civiles en las Georgias, hecho que quedó en la historia como el antecedente inmediato de la guerra de las Malvinas, aconteció el jueves 18 de marzo de 1982 (aproximadamente, a las 10 de la mañana). Al respecto, se conoce que a Margaret Thatcher le informaron de lo sucedido dos días después, el sábado 20.
Se puede decir entonces, y con cierto humor si es permitido, que probablemente el hijo favorito de Margaret Thatcher haya estado durmiendo la siesta tranquilamente en su casa cuando la Dama de Hierro fue alertada por lo del Atlántico Sur. Es que lo de las islas pasó dos meses después del Dakar ’82.
La exitosa The Crown insiste en otra escena más acerca de la falta de atención de la primera ministro sobre la crisis con Argentina. Incluso, resulta hasta blasfemo para la verdad histórica que el personaje responda ante la insistencia de su intervención por parte de los emisarios del canciller: “disculpen; en este momento tengo que pensar en mi hijo”.
Recién después de representar el encuentro familiar en el que Mark, mellizo de Carol, cuenta sus anécdotas tras ser rescatado –otra situación seguramente más imaginada por el guionista que basada en hechos reales-, la afamada producción de Netflix muestra la auténtica reacción que tuvo Margaret Thatcher respecto del conflicto del Atlántico Sur, que terminó con la victoria no solo militar sino y sobre todo, política, de la líder del partido conservador, a quien -por cierto vale destacar- recuerdan con inmensa gratitud los habitantes de las Malvinas. Por si alguien aún no lo sabe (o no lo quiera saber).
Si el desfasaje entre acontecimientos fue una herramienta para la ironía, alrededor de la escasa atención que se dice prestaba Thatcher a sus hijos por preferir dedicarse plenamente a la política, ¿podemos decir entonces que está justificado? El espectador tiene la palabra.
Lo que no está justificado es correr el riesgo de desinformar a quien frente a la pantalla tiene legítimamente la pretensión de que le estén contando la verdad sobre cómo fueron las cosas, en una serie que justamente trata de hechos reales.