Si de historias de vida se trata, la de Natty Hollmann es digna de conocer. Es que después de sufrir una enfermedad cuando era joven, un cambio rotundo la atravesó por completo. Así, modificó su manera de vivir y dejó los lujos para ayudar a miles de personas.
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La exmodelo nació en 1938, en Bahía Blanca y, hasta antes de que su vida se transformara, vivió en Palihue, uno de los barrios más codiciados de la ciudad.
Su familia, conformada por su esposo, Vicente Petrosino, un empresario, y sus dos hijos, también fue arrasada por este cambio espiritual que despertó en la mujer que fue reconocida en múltiples ocasiones a nivel internacional.
Lo que sucedió fue que, tras atravesar una operación compleja a causa de su enfermedad, la protagonista de la historia se aferró a la fe.
Durante los primeros años, le abrió las puertas de su casa a gente en situación de calle y se brindó con el corazón en la mano.
Hollmann comenzó a escribir otro capítulo en su historia. Así, fue dejando una huella en cada una de las personas que ayudó, y que la recuerdan a pesar de los años.
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Un caso es el de Justina, quien ya tiene 55 años. “Natty es una gran persona. Un día lluvioso me escapé de mi casa. Tenía 14 años; nadie me empleaba porque yo era chica y no me vestía bien”, contó la mujer que sufrió violencia por parte de sus padres cuando era adolescente.
Y detalló: “Hacía frío. Anduve caminando tanto que tenía mucha hambre y estaba cansada. Pasé por la iglesia de la calle Güemes y me quedé dormida sobre un banco. Alguien me tocó el hombro y me asusté. Era la señora Natty. Me llevó a su casa de Palihue; ahí había otra familia que ella estaba ayudando. Dormían en su cama y Natty, en un sillón”.
Durante sus años misionando, su esposo Vicente, quien falleció en 1996, se unió a ella y se convirtió en su par incondicional.
En la larga lista de acciones solidarias, Hollmann cedió todos sus bienes materiales a la gente pobre.
En 1978, creó una red de hogares para las personas que lo necesitaban, pero que también se convirtió en su propio hogar. Allí comenzó a vivir, únicamente, de donaciones: algo totalmente distinto a la forma de vida que gozaba antes de su enfermedad.
Más tarde, la exmodelo dejó Bahía Blanca para llevar su ayuda a distintas partes del país. En una casa rodante, que también le donaron, llegó a poblaciones aborígenes de Mendoza, Chaco, Tucumán, Formosa y la Patagonia.
Natty Hollmann estudió algunos años de la carrera de Medicina en la UBA, que le sirvieron para aplicar los conocimientos adquiridos en esos lugares y asistir a la gente.
No solo creó viviendas, sino que también iglesias. Además, fundó pueblos, escuelas y hospitales.
Todas sus acciones y su historia inspiradora la llevaron a ganar premios y reconocimientos, lo que también ayudó a potenciar las donaciones y a extender su ayuda en todo el país.
En 2006, fue declarada “Ciudadana Ilustre” en Bahía Blanca. También, en el Día de la Mujer, fue reconocida como “Personalidad Destacada” por la Cámara de Diputados de la Nación.
Pero su historia no solo conmovió en Argentina, sino que además llegó a otros países del mundo: Italia y España también la reconocieron. Fue la “Mujer del Año 2006″ en Aosta, una ciudad al noroeste del país italiano. Más tarde, en 2009, estuvo nominada al Premio Nobel de la Paz. A su vez, en 2013, recibió el premio Jaime Brunet, de la Universidad Pública de Navarra, por defender los derechos humanos.
Ese mismo año, su incansable lucha también llegó al Vaticano, ya que el Papa Francisco la llamó “La Madre Teresa Argentina”, sobrenombre que permanece hasta hoy.
Como si esto fuera poco, fue designada Embajadora de la Paz en el Foro Internacional por los Derechos de la Mujer, avalado por la UNESCO.
Los galardones y las menciones solo reflejan una parte de la vida de Natty Hollmann: un símbolo de una historia de amor y entrega por completo.