Aunque parezca sorprendente, la serie de Netflix que más dio que hablar desde que comenzó el 2019 no es ninguna ficción, tampoco una Biopic: se trata de un reality show, y sobre un tema que puede sonar tan aburrido como cuando nuestra madre nos prohibía ver la televisión de chicos porque no habíamos terminado nuestras tareas de la casa: el orden.
Durante sus ocho episodios de 30 minutos Marie Kondo acompaña a diferentes familias de hogares norteamericanos que presentan el mismo desafío: ordenar, organizar y aprender a despegarse de aquello que ya no necesitan. Están quienes odian la serie, el método y a la gurú del orden, y quienes la aman. Pero cualquiera de los dos bandos puede aprender algo de ella.
Hay que ordenar en familia
Para que una casa desastrosa pase a ser una casa ordenada, no alcanza con ningún impulso individual. Es decir que, si una de nuestras metas para 2019 fue ser más ordenados, tenemos que convencer a nuestras familias. Esto incluye, también, educar en el orden a los niños.
Un poquito de desorden no está mal
¡A veces mi casa es un caos! Dice Marie frecuentemente en los capítulos. Y aunque nadie le crea, cuando los habitantes de todas las casas que visita le "¿Estás horrorizada?" o "¿Es esto lo peor que viste en la vida?", ella se ríe con frescura: si nos hace sentir cómodos, podemos permitirnos algo de desorden. Lo importante es que funcione el hogar en general.
Tener cuenta que ahí vamos a vivir
Una de las claves para organizar una casa entera –desafío mucho mayor que ordenar una habitación- es pensar en la usabilidad. Hay que tener en cuenta qué se necesitará en cada ambiente, qué muebles resultan más cómodos y cuáles resultan inalcanzables: de nada servirá que la vajilla esté ordenada por tamaño y color, si está lejísimos del espacio en donde comemos y en un mueble al que tenemos que subirnos una escalera para abrir.
No hay que ordenar constantemente, sino incorporar rutinas.
Una de las reglas de oro de Kondo es que no alcanza con ordenar toda la casa de una vez, como se ve en la serie. Lo más importante es la lección que se puede aprender de eso: hay que incorporar tareas de orden a nuestra rutina diaria. No dejar los platos sin lavar, ni la ropa sin doblar: todo tiene que volver a su lugar.
Quedarse solo con lo que te hace feliz
Esta es quizás la regla más clara y el broche de oro de la visita de Marie Kondo a los hogares: el modo de decidir si un objeto se queda o se tira, no es preguntarse si es útil, si está roto o cuánto costó: la pregunta es si ese objeto nos hace felices. Resulta raro, pero la gurú del orden es muy clara: si al tocarlo no se siente felicidad, es hora de agradecerle al objeto y dejarlo ir.
Todos estos consejos de Marie Kondo que trae la serie no se explican en sus libros, como explican desde La Nación, y de todas formas, tampoco hace falta verla para incorporar estos hábitos y llevar una vida más ordenada.