La violencia de género contra las mujeres también impacta en el ámbito de la política. En la Argentina, 8 de cada 10 legisladoras nacionales y porteñas afirmaron que sufrieron situaciones de violencia de género a lo largo de sus carreras políticas.
El dato surge de un estudio que realizó el Equipo Latinoamericano de Justicia y Violencia de Género (ELA), tras entrevistar a 45 legisladoras nacionales y porteñas de 11 provincias pertenecientes a diferentes partidos políticos, entre junio de 2017 y mayo de 2018.
Se trata de la primera encuesta nacional que se realiza en la Argentina con la cual se intenta visibilizar y poner en primera persona, la violencia política contra las mujeres, en un contexto social donde, a partir del caso de la actriz Thelma Fardín, las denuncias por abuso también tuvieron correlato en la política: el senador pampeano, Juan Carlos Marino, fue denunciado por acoso al igual que varios dirigentes de La Cámpora.
"Sabíamos que la violencia contra las mujeres en política existía en la Argentina, pero, a diferencia de muchos países de la región, no teníamos datos sobre esto", precisa Lucía Martelotte, directora ejecutiva adjunto de ELA y responsable de la investigación.
“Lo que vimos fue que lejos de ser como un problema aislado o de algunas mujeres y/o partidos políticos, la violencia contra las mujeres en política existe y es un problema muy extendido”, agrega la especialista.
Si bien se considera a la Argentina como un país pionero en términos de representación política de las mujeres -fue el primero en el mundo en tener una ley de cupo femenino en 1991, tuvo dos veces una presidenta mujer y desde el 2017, cuenta con una la ley de paridad de género que lleva la representación femenina al 50% en las listas electorales- todavía hay un grado de desconocimiento y de naturalización del problema de la violencia, incluso entre quienes son las principales afectadas.
Violencia es todo
Según el estudio, el 73% de las legisladoras afirmó haber vivido alguna situación de violencia de género en la política a lo largo de su trayectoria. Sin embargo, al incluir preguntas vinculadas con acciones concretas, por ejemplo, si les habían restringido el uso de la palabra en reuniones y/o sesiones o si las habían aislado en el ejercicio de sus funciones públicas por su condición de género, las respuestas ascendieron a un 82%.
Desde ELA aclaran que se entiende por violencia política a "todos aquellos actos que pueden ser directos o indirectos contras las mujeres y por un motivo de género que lo que buscan es menoscabar o impedir que ejerzan sus derechos políticos entendido en términos de participación y sobre todo para que no puedan ejercer puestos de decisión en la política".
Los dos tipos de violencia más frecuentes que tuvieron que enfrentar las encuestadas a lo largo de sus trayectorias fueron la psicológica (50%) y la simbólica (28%). En menor medida, se refirieron a situaciones de violencia económica (22%), en tanto la violencia física como la sexual fueron reportadas en menos del 10% de los casos.
Un dato clave que se desprende del estudio es que el 38% de las mujeres señaló que las situaciones de violencia se dieron mientras eran militantes.
Por eso desde ELA apuntan a trabajar con los partidos políticos y los sindicatos en la formación de mujeres políticas para lograr que cada vez tengan más voz.
“Muchos de los resultados del estudio tienen que ver con la falta de voz que tienen las mujeres, como que su palabra no es tenida en cuenta. También tienen que ver con la socialización y con lo que vamos interiorizando desde que somos chicas, esto de que nuestra palabra vale menos y que siempre tenemos que estar seguras de lo que vamos a decir y en el caso de los varones eso no sucede”, dice Martelotte.
La especialista apunta que además de aplicar cambios normativos correspondientes, como la aprobación de la "Ley Micaela", hay que romper con esta cuestión arraigada culturalmente. "Muchas mujeres nos dijeron que era la primera vez que se ponían a pensar en la violencia política. Estamos hablando de mujeres con mucha trayectoria, súper empoderadas que habían naturalizado estas situaciones como 'el precio de estar en política'", destaca Martelotte.
Desde ELA remarcan que es importante que la sociedad repare en la violencia política contra las mujeres para no perder la pluralidad de voces y fortalecer así el sistema democrático. “La violencia es uno de los principales obstáculos para que las mujeres no participen en política. Si no atendemos esto, vamos a tener menos mujeres en política que es lo que nos pasa actualmente”, concluye Martelotte.
Campaña en la Legislatura porteña
A partir del estudio de ELA, un grupo de legisladoras porteñas de diferentes bloques decidió poner en marcha la campaña "Es hora de hablar, la violencia política contra la mujer existe", con el objetivo de visibilizar y concientizar sobre esta problemática.
Paridad de género con techo
Desde ELA sostienen que la representación política de las mujeres en la Argentina encontró un techo. El dato se basa en el índice de paridad de género del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 2017, que incorpora entre otras dimensiones el acceso y ejercicio de mujeres a cargos en los tres poderes estatales, los gobiernos locales y los partidos políticos: Argentina obtiene un 44,7 sobre un total de 100 puntos posibles.
“Hay series históricas que muestran que, cuando se sanciona la ley de cupos, la representación de las mujeres pasa de un 5% a casi un 30%. Lo que vemos después es que desde el 2001 al 2008 entra como en una meseta (entre el 36 y el 38%) y se sostiene ahí”, explica la directora del estudio.
En cuanto al porqué, existen varias explicaciones, pero una de las más importantes según señala Martelotte es que los partidos políticos no tienen un auténtico compromiso con la igualdad de género. “Lo hacen por cumplir la ley y la ley lo que les ponía era un 30%. No es que no hay mujeres capacitadas, porque justamente lo que muestra nuestro estudio y otros, es que las mujeres tenemos las credenciales e el interés por para participar en política”, explica.
En cuanto al argumento que se suele decir de que los partidos políticos "no tienen la cantidad de mujeres necesarias para ocupar las listas" Martelotte afirma que es falaz.
“Hay mujeres y, de hecho, si se comparan los perfiles de las mujeres políticas con los de los varones, en promedio, están más formadas porque también socialmente se nos piden más para ocupar los mismos puestos que ellos -dice la especialista-. Lo que hay detrás de esto es que siempre está en duda nuestra capacidad, la idea de que las mujeres llegan porque son mujeres no porque son buenas políticas".