Famosa por sus rascacielos de lujo, canales artificiales e imponentes jardines, en poco más de 4.114 kilómetros cuadrados, aloja a 3.100.000 personas. Ocho de cada diez son extranjeras y el turismo es el gran motor de su economía. Se trata de Dubai, uno de los siete emiratos que conforman los Emiratos Árabes, y según un artículo publicado en la Revista VIVA, en sólo dos generaciones, "pasó del atraso al desarrollo desaforado".
Se trata de una ciudad que pareciera tenerlo todo: edificios emblemáticos, desiertos que enamoran a miles de turistas, y hasta pistas de nieve artificiales instaladas en centros comerciales. Poco a poco, fue creciendo hasta convertirse en un destino VIP. "Cuesta creer que a principios de los años sesenta, cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética ya se mojaban la oreja con la conquista espacial, en esta alfombra de arena a la vera del Golfo Pérsico todavía se viviera como a mediados del siglo XIX", explica el autor del artículo, Horacio Convertini. Y destaca que hoy, "es un oasis de inversiones, consumo y entretenimiento".
Según relata el medio, Emiratos Árabes Unidos tiene la proporción de habitantes extranjeros más alta del mundo, con el 88,4 por ciento. En su mayoría son indios, paquistaníes y filipinos, y esta característica cosmopolita, hace que, en medio de las marquesinas de Hermes y McDonald's, las mezquitas pasen totalmente desapercibidas.
La gran transformación se dio cuando, tras el atentado a las Torres Gemelas en Estados Unidos, Dubai se convirtió en un mercado cercano y confiable para los árabes más acaudalados. Además, el crecimiento de la línea aérea Emirates, convirtió a la ciudad en una escala obligada. Así, se posicionó como uno de los destinos preferidos, tanto para los viajeros tradicionales, como para las estrellas del mundo del espectáculo y del deporte. "A los famosos les encanta Dubai, porque tienen todo y nadie los molesta: aquí no hay paparazzis", cuenta a VIVA, Sandra, una colombiana que trabaja en el sector turístico y llegó a cruzarse en la calle con Diego Maradona y a Rihanna.
En la ciudad de la diversión y las comodidades, sólo en otoño las temperaturas pueden llegar a los 39 grados y en verano, a los 55. Por eso, los shoppings se impusieron como lugares clave par socializar y tomar aire fresco. Además de encontrar locales con las marcas más prestigiosas del mundo, se pueden ver excentricidades como: piletas para nadar con tiburones, cocodrilos de seis metros de largo para sacarse fotos y hasta pistas de esquí bajo techo, con riesgosas pendientes, sillas aéreas y hasta pingüinos. Según Convertini, se trata de una ciudad en obra y transformación permanente, aunque con un costo ambiental, donde "el desierto retrocede, todos los días, un poco más".