Después de obtener del FMI el financiamiento que le garantizaría hasta el final de su mandato aventar el fantasma de una cesación de pagos, el presidente Mauricio Macri está embarcado en allanarse el camino político que le permita ir en 2019 por un segundo periodo de gobierno de Cambiemos.
Por supuesto que ese camino dependerá finalmente de qué suceda con la economía que el mismo Gobierno ya admite que entró en una recesión que podría perdurar hasta el segundo semestre del año próximo. También de hasta dónde se agravará el perceptible descontento social en sectores medios ante el aumento de las tarifas, la inflación que en setiembre rondaría el 7 por ciento y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
En esa estrategia que el Presidente y sus más cercanos colaboradores y/o aliados fieles comenzaron a desarrollar desde la semana pasada, no hay imagen ni mensaje que se escatime. El más evidente como novedoso de ellos es la aparición pública de Antonia, su hija de 6 años, junto al Presidente en dos ocasiones.
A poco de aterrizar el miércoles pasado de regreso de Washington, donde aceptó el desplazamiento de su amigo Luis Caputo del Banco Central, condición que le puso el FMI para ampliarle el "stand by", Macri pasó a buscar a su hija al colegio privado al que asiste, nada menos que en el helicóptero presidencial; un uso privado de un bien público que si bien generó polémica, le sirvió a su estrategia de ubicarse en un momento en el centro del escenario.
Este lunes volvió a darle un papel a su hija. También en el helicóptero, objeto que remite al final de Fernando De la Rúa, Macri voló con ella desde Olivos hasta el helipuerto detrás de la Casa Rosada, a la que ingresó tomado de la mano por el Salón de los Bustos, a las 10 en punto. Después encabezó en el Salón de Científicos Argentinos del primer piso una reunión de gabinete a la que asistieron cinco ministros.
Estas apariciones públicas con su hija fueron mechadas con videos en los que el Presidente, en actitud difícilmente creíble, es recibido "espontáneamente" por vecinos de localidades del Gran Buenos Aires, incluida la pareja de nóveles pizeros de Ingeniero Maschwitz, durante un timbreo el fin de semana. Todo después de que el lunes 24 en Nueva York lanzara en inglés su candidatura a la reelección: "I'm ready to run" ("estoy listo para competir"), le dijo a la cadena Bloomberg. Un lanzamiento que a nivel local ratificó la misma semana a una radio de Santiago del Estero: "Voy a seguir hasta el final".
El lanzamiento estuvo acompañado de un fuerte blindaje político. El primer mensaje en ese sentido fue el reconocimiento de su liderazgo durante el encuentro de Cambiemos en Parque Norte el viernes pasado, al que no asistió, en medio de declaraciones de aliados radicales (el senador nacional Luis Naidenoff) acerca de la voluntad de disputar la próxima candidatura presidencial de Cambiemos en las Paso.
Esta semana fue el turno de la ratificación de su liderazgo y voluntad de ir por la reelección de parte de su reaparecido jefe de Gabinete, Marcos Peña, y de tal vez su más confiable aliado radical, el gobernador jujeño Gerardo Morales. "No hay plan B", dijo Peña durante un acto del PRO en Florencio Varela, después de insistir en que el actual es "el único camino" tanto económico como político, y de insistir en que Macri irá por la reelección.
Morales, por su parte, en lo que se interpretó como un mensaje hacia el interior de la UCR, pidió "cuidar" a Macri y "no seguir licuando su capital político". Textualmente dijo en entrevista con el diario Clarín: “Yo sí creo que puede ser reelecto. Tenemos que cuidarlo, no seguir licuando su capital político. Tenemos que pararnos bien como coalición de gobierno. Me parece que se han hecho cosas muy positivas en muchos aspectos. En otras se han cometido errores.
El Gobierno nacional no es un gobierno infalible, porque si nos creemos infalibles, somos iguales que el kirchnerismo". También aseguró que Macri "no tiene miedo" y subrayó: "No es una persona de tener miedo, no es De la Rúa, ¿eh?".