El nuevo escándalo de corrupción durante el kirchnerismo por coimas multimillonarias se destrabó por la confesión de una ex mujer, al igual que ocurrió con el caso Ciccone, el cual fue iniciado por la ex esposa del testaferro de Amado Boudou, Alejandro Vandenbroele.
Allá por febrero de 2012, fue la mendocina Laura Muñoz quien reveló que su ex marido era un prestanombre del vicepresidente en una compleja maniobra cuyo fin era quedarse con la imprenta privada Ciccone para luego otorgarle contratos millonarios para hacer billetes.
En este caso, quien entregó datos clave en la investigación fue la esposa del chofer de Roberto Baratta, quien habían manifestado que su ex marido buscaba bolsos con dinero por empresas y los llevaban al ministerio de Planificación.
Durante 10 años, el chofer de Baratta registró en cuadernos todos los movimientos del Ministerio de Planificación.