La zona de frigoríficos de Mataderos es un verdadero mundo aparte. Los camiones, las carnicerías, los trabajadores vestidos de blanco y el olor tan característico del lugar transforman al barrio en la zona del "outlet de la carne". Al barrio lo recorren cerca de 6.000 personas durante los viernes y los sábados.
Los frigoríficos abarcan ocho manzanas y el corazón de este polo de la carne está en Rodó y Lisandro de la Torre. A partir de allí se ramifica por las calles Martiniano Leguizamón, Bragado y Murguiondo, entre otras. En esos más de cien comercios puede encontrarse todo lo relacionado a la carne de vaca, la carne de cerdo, también pollos y otros productos como embutidos, huevos y quesos. Además, se destacan los locales con venta de carnes consideradas exóticas como la de yacaré, jabalí y llama.
Aseguran que los precios son mucho más baratos que en la carnicerías de cualquier barrio. "El kilo de asado puede encontrarse en $ 75 y lega hasta $ 130, el vacío se consigue a partir de $ 99 el kilo y el de pollo desde $ 35. El pechito de cerdo está a $ 99 y el carré de cerdo, $ 77. La picada común comienza a partir de $ 69. " contó Fabián Ojeda, presidente de la Cámara de Empresarios y Comerciantes de la Carne y sus Afines de Mataderos (CECCAM) a Clarín.
Además de las familias que se acercan a hacer las compras, están las parrillas y los locales gastronómicos de la Ciudad que recurren a la "Capital de la Carne" para abastecerse. "Acá conseguís la misma costillita de cerdo que te venden en las parrillas top de Palermo, pero a otro precio", destacan en los carniceros.
El comercio de la carne en esa zona reúne 1.200 empleados y su actividad comienza muy temprano. A las cuatro de la mañana se levantan las persianas y los camiones empiezan a llegar con los diferentes productos. El trabajo es pesado: hay que bajar las reses y preparar todo para la llegada de los primeros clientes.
La zona comenzó a ser poblada por frigoríficos desde 1897, cuando se trasladó a Mataderos el Frigorífico Nacional. Las anécdotas y las historias son muchas. Una de las más famosas cuenta que hasta la década del sesenta, la molleja, hoy una de las achuras más costosas y sabrosas, se tiraba porque no se le daba valor.