Para gran decepción de los cerca de 30 sindicalistas argentinos que viajaron para encontrarse con el papa Francisco, el Sumo Pontífice no cerró el Encuentro Internacional de Organizaciones Sindicales que se llevó a cabo entre ayer y hoy en el Vaticano.
Minutos antes de las 17 locales (las 13 de la Argentina), con el Aula Nueva del Sínodo llena de gremialistas de todo el mundo, el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, anunció que el papa no se presentaría.
"Hasta hace una hora estaba confirmado que venía, pero el Santo Padre me hizo llegar hace minutos una nota en la que se disculpa con todos ustedes, pero por su viaje a Myanmar y Bangladesh tiene trabajo atrasado y no puede venir", dijo Turkson, quien leyó una carta que Jorge Bergoglio envió a los asistentes.
"Así como, en ocasiones, «la política es responsable de su propio descrédito por la corrupción», lo mismo ocurre con los sindicatos. Es terrible esa corrupción de los que se dicen «sindicalistas», que se ponen de acuerdo con los emprendedores y no se interesan de los trabajadores dejando a miles de compañeros sin trabajo; esto es una lacra, que mina las relaciones y destruye tantas vidas y familias. No dejen que los intereses espurios arruinen su misión, tan necesaria en los tiempos en que vivimos. El mundo y la creación entera aguardan con esperanza a ser liberados de la corrupción. Sean factores de solidaridad y esperanza para todos. ¡No se dejen corromper!", exhortó.
A los asistentes a la cumbre, entre los cuales estaban los triunviros de la CGT Héctor Daer y Juan Carlos Schmid, Francisco también pidió cuidarse del "individualismo colectivista, de proteger sólo los intereses de sus representados, ignorando al resto de los pobres, marginados y excluidos del sistema".
Su ausencia golpeó duramente a los sindicalistas. Pablo Micheli, de la CTA Autónoma, afirmó a Clarín que sufre "una gran desilusión y una bronca que vuelo". "Hicimos un gran esfuerzo con los compañeros que vinieron: pagamos los pasajes y el hotel. Yo no pensaba venir porque tenemos en la Argentina un momento difícil con el proyecto de reforma laboral. Hice declaraciones de que había decidido viajar a Roma pese a todo para no ofender al Papa que nos había invitado", agregó.
El dirigente de la CTA concluyó que la ausencia del Papa "no nos ayuda en la situación que vivimos en la Argentina".