Un pájaro gorjea y se escuchan disparos: "Ahora dirás que el viendo soplaba a mi favor", dice Ester Expósito en tono irónico. Así empieza "Soltar la presa", el primer capítulo de "Alguien tiene que morir", la esperada miniserie de Netflix que se estrenó este viernes.
Cayetana Aldama, el personaje de Expósito, es una joven de clase alta que vive una cómoda vida en la España de los 50 y que no duda en mostrar con cierta soberbia sus encantos, a la espera de casarse. La actriz es una de las jóvenes españolas más influyentes del último año y esta vez interpreta un papel muy diferente al que hizo en "Élite", la serie que la volvió famosa.
Con un look muy elegante, hace su aparición junto a su hermano Alonso, interpretado por Carlos Cuevas, otro actor español que supo ganar fama luego de "Merlí".
La llegada de Gabino Falcón (Alejandro Speitzer) lo cambiará todo. Luego de una estadía en México, el joven aparece en su lujosa casa española y trae una sorpresa: a su nuevo amigo Lázaro, un bailarín de ballet de Guadalajara. Su relación generará sospechas en su madre, una preocupada y sufrida Cecilia Suárez.
Entonces llega el primer momento donde la serie retrata de forma dura y cruel uno de sus temas centrales: la homosexualidad en épocas del franquismo, a la que se referirán como una "gripe".
En una fábrica de zapatos que se asemeja casi a una cárcel, las empleadas forman fila mientras representantes de la Iglesia las regañan: “El señor solo nos amparará bajo una patria limpia. ¡Arriba España!”. Y todas repiten su cántico, excepto la acusada de haber sido encontrada junto a otra mujer, que se rebela al grito de “Libre” y es golpeada brutalmente.
Así como esta escena "interrumpe" el relato, varias imágenes tipo flashback y flashforward generan cortes bruscos, un recurso llamativo que eligió el director Manolo Caro, creador también de "La Casa de las Flores".
Pronto la miniserie -realmente "mini", ya que tiene solo tres capítulos de 50 minutos y podría haber encajado en una película de dos horas y treinta-, vuelve a los lujos con una cena de los Aldama y Fontán.
Allí aparece el primer batallón de comentarios machistas, que adelantan cómo se tratará este tema en la tira, donde la violencia contra la mujer es moneda común -además del alcohol, el club de tiro y la necesidad de mantener las formas de la alta sociedad.
La tensión de las escenas que comparten Gabino y Alonso traspasa la pantalla: entre los jóvenes hubo una historia diez años atrás. Por eso, Gabino hará lo posible por escapar del coqueteo de Cayetana y ganarse el corazón de su amigo Lázaro, que resulta no tener las mismas expectativas que él.
Un subrelato que merece un espacio aparte pasa por el personaje de Rosario, la empleada de la casa los Falcón: Mina prometió ayudarla para frenar el traslado de su esposo, que se irá desarrollando a lo largo de los tres capítulos, en una de las temáticas de mayor tensión.
El elenco de esta producción es digno de "dream team"": Cecilia Suárez (Mina Falcón), Carmen Maura (Amparo Falcón), Ernesto Alterio (Gregorio Falcón), Alejandro Speitzer (Gabino Falcón), Isaac Hernández (Lázaro), Carlos Cuevas (Alonso Almansa), Pilar Castro, Mariola Fuentes (Rosario) y Expósito.
En "Alguien tiene que morir", el contexto político y social español de la época no parece importar tanto como lo que ocurre puertas adentro de las casas de los Falcón y los Almansa. Es un drama más que ansiado en el mundo del espectáculo por su elenco y por los temas a tratar, pero que por su corta extensión puede deja un tanto que desear.