El presidente estadounidense, Donald Trump, volvió este miércoles a rodearse de sus asesores en el Despacho Oval a pesar de no haber superado el Covid-19 y describió como una "bendición de Dios" el haber contraído esa enfermedad, al asegurar que eso ayudará a "curar" a otros estadounidenses.
Seis días después de dar positivo por coronavirus y menos de 48 horas después de salir del hospital, Trump regresó al epicentro del brote de COVID-19 que ya ha infectado a al menos nueve empleados de su Casa Blanca: la estrecha Ala Oeste, un apéndice de la residencia presidencial en cuyo extremo se encuentra el Despacho Oval.
El mandatario, que según sus médicos no estará fuera de peligro hasta el próximo lunes, publicó después un vídeo en el que afirmó que contraer Covid-19 ha sido "una bendición de Dios".
Dijo que así ha comprobado en carne propia el efecto del cóctel experimental de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron, que se ha aplicado a menos de diez personas fuera de ensayos clínicos. "Para mí no fue algo terapéutico, hizo que me sintiera mejor, yo lo llamo una cura (...). Y quiero que todo el mundo tenga el mismo tratamiento que su presidente", subrayó.
Por tanto, explicó Trump, su Gobierno planea aprobar con carácter de urgencia el cóctel de Regeneron que le administraron a él, y aseguró que se distribuirá gratuitamente. El presidente, que hasta ahora había estado trabajando desde la residencia presidencial en el segundo piso de la mansión, grabó su vídeo fuera del Ala Oeste.
Allí, en el Despacho Oval, se reunió poco antes con su jefe de gabinete, Mark Meadows; su subdirector de comunicaciones y redes sociales, Dan Scavino, y posiblemente otros funcionarios, dotados de equipos de protección personal, según varias informaciones de prensa.
"Podemos interactuar con él a distancia y la gente puede llevar mascarillas, anteojos o guantes, o lo que se necesite", dijo poco antes Brian Morgenstern, uno de los portavoces de la Casa Blanca.
Meadows ya había reconocido unas horas antes que Trump había presionado este martes a sus asesores para ir al Despacho Oval, una petición que, de acuerdo con el Washington Post, su equipo rechazó por no saber cómo garantizar un regreso seguro al espacio constreñido del Ala Oeste.
La decisión de Trump de volver a su escenario habitual de trabajo en plena cuarentena encaja con su estrategia de minimizar su diagnóstico de COVID-19, en un intento de controlar el discurso público a 26 días de las elecciones, y rezagado en las encuestas frente al candidato demócrata, Joe Biden.
Al regresar a la Casa Blanca, el lunes, Trump pidió a los estadounidenses "no temer" a la pandemia ni dejar que "domine" sus vidas, a pesar de que la abrumadora mayoría de los ciudadanos no tienen acceso a los recursos que él ha tenido a su disposición.
El médico de Trump en la Casa Blanca, Sean Conley, aseguró este miércoles que el presidente se encontraba "genial", que "ya lleva cuatro días sin fiebre, más de 24 horas sin síntomas, y no ha necesitado ni recibido oxígeno suplementario desde su hospitalización inicial". Conley también afirmó que los análisis del sangre del presidente, tomados este lunes, "demostraron niveles detectables de anticuerpos IgG del SARS-CoV-2".
Eso extrañó a algunos expertos, porque lo normal es que esos anticuerpos no se desarrollen hasta entre una y tres semanas después de la infección con COVID-19, aunque la farmacéutica Regeneron apuntó que es posible que los niveles detectados provengan del cóctel experimental de anticuerpos que Trump recibió el viernes.
El motivo por el que Trump acudió al Despacho Oval fue para que sus asesores le pusieran al día del avance del huracán Delta, que se dirige a la costa sur de EE.UU., pero también de las conversaciones sobre un posible paquete de estímulo, según la Casa Blanca.
El martes, Trump ordenó suspender hasta después de las elecciones del 3 de noviembre las negociaciones con el Congreso para aprobar un nuevo paquete de estímulo económico por la pandemia del coronavirus, aunque luego intentó dar marcha atrás y pidió a la Cámara Baja aprobar un segundo cheque de 1.200 dólares para los estadounidenses.
Meadows precisó este miércoles que la Casa Blanca no apuesta ya por un gran paquete de estímulo antes de las elecciones, sino que quiere que el Congreso apruebe algunas medidas aisladas, entre ellas un rescate de las aerolíneas del país.
El secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, empezó a negociar este miércoles sobre las aerolíneas con la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, quien advirtió que la negativa de Trump a aprobar un paquete de estímulo amplio puede costarle caro en las urnas.
"(Trump) está tratando de arreglar el terrible error que cometió ayer, y los republicanos en el Congreso están en caída libre con él", dijo Pelosi a la cadena televisiva ABC News.