Por Javier Firpo
“Puede sonar pedante, pero conozco mi trabajo, hace más de doce años que hago televisión y puedo decir que tengo los pies bien en la tierra”.
¿Cómo sabés? ¿Se puede tener esa claridad estando en la cumbre?
Se puede, claro... Mi ego está domesticado y entiendo perfectamente que en este trabajo hoy estás y mañana te borran de un plumazo...
Eva de Dominici, que está en España, donde filma el thriller "No dormirás", es una de las actrices jóvenes del momento. Habla con la seguridad de una veterana actriz y no de una muchacha de apenas 22 años. Sin embargo, ella refuta ser una primeriza, enfatiza que la viene peleando hace rato y eso la curtió. "No es que yo llegué de un día para otro. Muchos me conocen recién a partir de la mala que hacía en 'Los ricos no piden permiso', pero la vengo remando desde 2006, cuando entré a 'Chiquititas'", marca territorio.
¿La experiencia enseña a mirar más allá, no únicamente el ombligo?
La actuación es un oficio egoísta, en el que uno se suele mirar sólo a sí mismo y es un garrón si no te das cuenta. Por suerte tengo la capacidad de advertirlo...
Curiosidad: ¿estás de moda, Eva?
Me parece que soy una consecuencia lógica de un recorrido intenso. Yo creo que puedo tener más o menos visibilidad, pero siento que hay una base sólida y tengo claro que moriré actuando... Tal vez creen que exploté ahora porque fui a lo de Mirtha Legrand, o porque salí en la tapa de la revista Gente -ironiza-. Entiendo que se crea que por esta exposición yo empecé a laburar ayer...
¿Llegaste sin ayuda de padrinos que te acomodaran?
Me fui haciendo sola, y nada mejor que eso para ir sorteando los obstáculos y hacerse fuerte con la experiencia y el estudio. Porque sin estudio, por más envase que tengas, no llegás a ningún lado.
Metro setenta, cincuenta y cinco kilos, rostro cinematográfico, dientitos separados (le decían “Ventanita”, cuando era nena), ojos penetrantes y una silueta de primera figura italiana, Eva podría tranquilamente ser la versión doméstica de Lara Croft en “Tomb Raider”, que interpretó Angelina Jolie. “Nada que ver, quizás un poco la boca, pero Angelina es una diosa”, refunfuña.
¿Decís que no te ayuda el cuerpo?
Si no transmitís algo, ni movilizás al que está del otro lado, el cuerpo ni las curvas emocionan.
¿Ser linda puede terminar siendo contraproducente?
Me parece que si sos de madera, ser linda te termina liquidando. Cuando yo voy a un casting, tengo que romper la cuarta pared con emoción, personalidad, no abriéndome la camisa. El envase es muy secundario si no convencés desde la ductilidad interpretativa, desde una cara que te está diciendo algo.
Y qué suponés: ¿movilizás?
Mirá -torea con la mejor onda-, yo estudié y me rompí el lomo. Cuento con herramientas, que a veces surten más o menos efecto… Pero yo arranqué en el San Martín a los ocho años, contra el mandato familiar… Imaginate lo hincha bolas que era a esa edad, que después fui a la escuela de Julio Chávez, que es muy exigente, y amplié el rango e hice danza y comedia musical en la Fundación Julio Bocca, y tomé clases de tango que heredé de mis abuelos (se declara una enamorada de Gardel).
O sea que nada improvisada...
No, cero. Aposté por este oficio y tener versatilidad. Por eso me desestabiliza una crítica por mi manera de laburar… Después, lo otro, si muestro más o menos el traste... qué sé yo. No pasa nada.
Desbordás libertad y desprejuicio…
Es lo que me gusta. Ser lo más libre posible y poder deshacerme de los prejuicios morales y de los estereotipos de mujer. Si tengo que hacer escenas audaces y me caben, las hago. No tengo pruritos boludos.
¿Por qué explotaste recién ahora?
Creo que el cruzar la frontera de la tele al cine y cambiar al público juvenil por el adulto hacen que tenga más visibilidad. Además, estoy en una edad en la que si no me mato ahora, ¡cuándo!
¿Sos una workaholic...?
Me cuesta decir que no, aunque este año dije que no iba a hacer una tira diaria y mantuve firme... De todas maneras, estoy convencida de que el trabajo trae más trabajo, y hoy lo que me interesa es tener laburo.
Da la sensación de que estás con poco tiempo. ¿Disfrutás el momento?
Disfruto a mi manera. No salto en una pata con tal o cual personaje, porque una vez que lo tengo aparecen las preocupaciones de cómo llevarlo a cabo… Pero en el último año puse el freno de mano y me propuse elegir puntualmente, para tener un poco más de lugar para mí.
¿Cuán importante es tener una pareja colega y mayor como Joaquín Furriel para avanzar en tu oficio?
Yo a Joaquín lo admiro. Además de ser mi novio, es un referente que tiene talento y humildad, es un pibe trabajador, sencillo, que disfruta lo que hace, que ama el teatro. Yo lo escucho, es culto, intelectual, no toma decisiones apresuradas y más de una vez le he pedido consejos, pero no nos metemos en nuestros trabajos.
¿Qué consejos le pedís?
Algo que yo no tengo tanto como él: experiencia. Joaquín tiene teatro, cine y televisión, está súper instalado, sería una tonta si no capitalizara todo su saber.