En una situación tan inverosímil como sorprendente, un árbitro corrió a un futbolista con arma en mano durante el partido entre Oriente e Industrial, por el campeonato regional Amador del centro sur brasileño.
El estadio Starling Soares, de Passos, en Mina Gerais, fue testigo de la inesperada reacción de Camilo Eustaquio, quien además de ser juez de fútbol es policía.
La situación se desmadró tras un polémico penal en contra de la visita, fallo que provocó que los jugadores se fueran encima del árbitro y que uno de ellos lo golpeara intencionalmente.
En consecuencia, Eustaquio corrió hacia uno de los bancos de suplentes, sacó su arma reglamentaria del bolso y persiguió a su agresor a punta de pistola.
Tras su imprudencia, el árbitro argumentó que al ser policía y estar habilitado para portar armas, debía apresar a quien recién lo había agredido.