Ni calcio ni colágeno: la vitamina clave para fortalecer los huesos después de los 50

Cada vez más estudios señalan que este compuesto cumple un rol central en la salud ósea y cardiovascular, especialmente a partir de los 50 años.

Ni calcio ni colágeno: la vitamina clave para fortalecer los huesos después de los 50
Ni calcio ni colágeno: la vitamina clave para fortalecer los huesos después de los 50

Durante décadas, hablar de huesos fuertes fue casi sinónimo de calcio. Sin embargo, la nutrición y la medicina preventiva están empezando a correr el foco hacia un nutriente menos conocido, pero igual de determinante: la vitamina K2.

Este nutriente también causa interés en los internautas. Según da cuenta la herramienta Google de Trends, las búsquedas sobre la vitamina K2 están entre las principales tendencias en pesquisas relacionadas a alimentos.

Búsquedas de Vitamina K2 en Google
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Para qué sirve la vitamina K2

Lejos de ser una moda pasajera, su importancia está respaldada por evidencia científica que la vincula tanto con la prevención de fracturas como con la protección del sistema cardiovascular.

La clave está en su función reguladora. La vitamina K2 no aporta calcio, pero cumple una tarea decisiva: ayuda a que ese mineral vaya a los lugares correctos. Cuando los niveles de K2 son adecuados, el calcio se fija en los huesos y dientes. Cuando falta, puede acumularse en las arterias, favoreciendo la rigidez vascular y aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas.

A medida que crece la expectativa de vida, este equilibrio cobra una relevancia cada vez mayor. Por eso, hoy se la considera un nutriente estratégico en el envejecimiento saludable.

Cómo actúa la vitamina K2 en el cuerpo

El rol principal de la vitamina K2 es activar proteínas específicas que funcionan como “guías” del calcio. Estas proteínas permiten que el mineral refuerce la estructura ósea y evitan que se deposite en tejidos blandos.

Cuando hay déficit de K2, se debilita la estabilidad ósea y dental, se enlentece la cicatrización y aumenta el deterioro del esmalte. En cambio, con niveles adecuados, el calcio cumple su función estructural sin generar efectos secundarios indeseados.

Qué dice la ciencia sobre huesos y corazón

La evidencia acumulada en los últimos años es consistente. Un estudio de seguimiento prolongado observó que una ingesta elevada de vitamina K2 se asociaba con menor riesgo de enfermedad arterial periférica, sobre todo en personas con hipertensión o diabetes.

Otra investigación que siguió a más de 4.800 adultos durante siete años mostró que quienes consumían más K2 tenían hasta un 57 por ciento menos riesgo de morir por causas cardiovasculares. En ese mismo trabajo, la vitamina K1 no mostró el mismo efecto protector.

En el plano óseo, una revisión sistemática indicó que la vitamina K2 contribuye a reducir fracturas vertebrales y a mejorar la densidad mineral ósea en mujeres mayores. El mensaje es claro: el calcio sigue siendo necesario, pero sin K2 pierde efectividad.

Una alimentación variada y saludable, la gran clave.
Una alimentación variada y saludable, la gran clave.

Alimentos que aportan vitamina K2

No todas las formas de vitamina K son iguales. La K1, presente en verduras de hoja verde, cumple principalmente funciones relacionadas con la coagulación. La K2, en cambio, aparece en alimentos menos frecuentes en la dieta cotidiana.

Entre las principales fuentes se destacan los alimentos fermentados como el kéfir, ciertos quesos, la yema de huevo, el hígado, la manteca y el pollo. Los especialistas recomiendan reforzar la presencia de estos productos para mejorar el aporte de K2 de manera natural.

Suplementos y precauciones

Si bien existen suplementos, los expertos advierten que no deben tomarse sin indicación médica. Además, la K2 trabaja en conjunto con la vitamina D, que mejora la absorción del calcio.

Mantener niveles adecuados de ambas, junto con una alimentación equilibrada, aparece hoy como una de las combinaciones más prometedoras para cuidar huesos y corazón con el paso del tiempo.

Más que reemplazar al calcio, la vitamina K2 cumple una función silenciosa pero decisiva: ordenarlo para que el cuerpo envejezca con mayor fortaleza y menos riesgos.

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