El 20 de septiembre de 1974, la compañía de monto “Ramón Rosa Jiménez”, del ERP (Ejercito Revolucionario del Pueblo) en Santa Lucia, Tucumán,asesinan al cantinero del bar del club del lugar, Héctor Oscar Saraspe. En el programa “Primer Plano”, que se emite por Canal 10 en duplex con Radio 21 Tucumán, se emitió un informe sobre los hechos que ocurrieron en Tucumán antes del Operativo Independencia. En la zona de Santa Lucia tres jóvenes estudiantes de la carrera de Comunicación de la Universidad Nacional de Tucumán, Eugenia Saraspe, Jonathan Emanuel Decima y Helga Guerrero, entrevistaron a la hija de Saraspe, que actualmente tiene el apoyo jurídico de la vicepresidenta de la Nación, doctora Victoria Villarroel. Esto es parte del diálogo que se emitió en el programa televisivo
-Cuéntame la historia...
-Soy Graciela Saraspe, hija de Héctor Oscar Saraspe, asesinado en 1974. Mi papá viene de una familia humilde, nació en agosto del 45. Trabajó desde los 16 años con su papá en un matadero. Empezó, no terminó la primaria. Después se conoció con mi mamá. Se casaron en el 63. Tenía 18 años. Yo nací en el 64. Fuimos a vivir en distintas partes porque por su trabajo, vivimos en Santa Rosa, en Monteros, hasta que llegamos acá a Santa Lucía. Empezó a trabajar en Grafanor en su momento. Entró mi mamá también. En el 72 entró él, en el 73, mi mamá y aparte, atendían la cantidad del club de fútbol de acá de Santa Lucía. Una noche, lo vienen a buscar porque él tenía un Reault Gordini. Lo vienen a buscar para trasladar unos heridos, porque no contaba el hospital con la ambulancia. Entonces lo hace llamar Ibarra, que en ese momento era jefe o algo así. Era conocido de él. Que si podía ir a recoger unos heridos y resulta ser que se habían tiroteado con Ramón Rosa Jiménez, integrante del ERP, fugado de la cárcel(el 6 de septiembre de 1971 y con su fuga dejó cinco guardiacárceles muertos). Estaba prófugo de la justicia. Pasaban dos policías por frente de donde él estaba tomando y empezó a los tiros. Cuando le devuelven los disparos la policía, lo hieren. Y ahí es donde quedan un policía y él herido. Entonces mi papá, con la negativa de mi madre, se acerca al lugar y ya el policía lo habían trasladado faltaba este sujeto que no sabíamos en ese momento quién era. Lo ponen en el asiento de atrás y lo trasladan hasta la comisaría. Y allí él quedó sentenciado a muerte. Porque él (Ramón Rosas Jiménez) muere recién a los tres días de que es herido. No sé dónde, si en la jefatura, no sé.
Y ahí empezaron las amenazas a mi papá, que nos iban a secuestrar, que lo iban a matar, pintaban las paredes. Recuerdo muy bien la pintada de la pared del club donde decía, “Ramón Rosa Jiménez, el pueblo no te olvida, tus asesinos son Saraspe, Ibarra, Carabajal, Almirón”. Lo seguían cuando iba a trabajar a Grafa y ya le habían dicho a él que se vaya, hasta que pase un poco esto. Él no tenía miedo porque no había hecho nada. Lo que pasa es que lo culpan a él, que él participó en la muerte de Ramón Rosa Jiménez, es todo lo contrario, él lo traslada herido hacia la comisaría donde lo esperaban la ambulancia para que lo vengan a llevar. Después, al otro día, tenía yo un familiar ahí en el hospital, de Montero, y por él nos enteramos de que era Ramón Rosa Jiménez. Hasta ese momento no sabía. Mi mamá dice, mira, te has ido para… no sabes quién era.
Y bueno, pasó el tiempo, después las amenazas y hasta que llegó el día 20 de septiembre de 1974. Eran las 8 y 20 de la noche. Y lo vinieron a buscar, los atendí yo; eran militares para mí porque estaban vestidos de verde, con zapatillas blancas, y armados hasta los dientes. Les abrí la puerta porque la pateaba. Y dice, “¿Oscar Saraspe? Vive acá”. “sí”. “¿Él está?”. “No, ahora no se encuentra”. Dice: “está en el club?”. “Sí, está en el club”, le digo yo. Se acerca mi mamá, que estaba por ir a reemplazarlo, y le dice la misma pregunta que me hacen a mí, la hacen a ella. Entonces le dice mi mamá, “pero¿Qué pasa?”. “no, no pasa nada”. Y sale él, y afuera había cientos. Desfilaban. Todos vestidos de verde. Mi mamá sale por atrás de ellos. Nosotros salimos llorando porque no sabíamos qué pasaba. Y cuando estábamos al frente, dos disparos sentimos. Mi mamá, en medio del camino, habían sido los disparos y ella no había escuchado nada. Se acerca al club donde trabajaba ella. Salían ya un grupo de adentro del club, de la cantina del club. Se arrima a la camioneta, porque habían secuestrado una camioneta y le dice, “¿Los llevan a mi marido acá?”. “no, acá no va su marido”. Y cuando entró ya mi papá estaba tirado en el piso.
Estaba alrededor de cinco personas, llegaron ellos y preguntaron Oscar Saraspe y él se levantó de la silla, estaba jugando al dominó, se levanta y dice uno de los tipos, “ese es”, que estaba con la cara tapada o sea era conocido, entonces mi papá dice “¿qué te pasa a vos?” Y ahí le pegaron dos disparos cae en la silla muerto y al mismo tiempo fueron a Ibarra y lo mataron 16 disparos delante de las hijas, fue muy triste
- ¿Cuántos años tenías vos en ese entonces y tu hermana?
-Yo tenía nueve y mi hermana tenía cinco, no entendíamos qué había pasado no sabíamos, no le encontramos explicación fue muy duro, muy duro esto
-¿Qué pasó a partir de ahí? ¿ahí terminó todo o qué es lo que pasó?
-Ahí empezó peor el infierno, nos mudamos de casa, la abandonamos nos fuimos a vivir con mi abuela materna, dormíamos cinco familia digamos en una habitación en la casa de mi abuela.Decían que nos iban a secuestrar, que iban a poner la bomba en la misa si nosotros hacíamos misa, nos seguían, cuando una vez fuimos a cambiarlo de bóveda porque también habían amenazado que le iban a poner una bomba en el monumento donde él estaba, la siguieron a mi mamá y hasta un día nos llegaron a decir con un vecino que ellos sabían que habían cometido errores. Porque ellos no eran asesinatos, eran errores. Dijeron que habían cometido un error con él y que nosotros le pidamos lo que nosotros queramos. Mi mamá le contestó: “no, lo único que quiero es que me dejen de terminar de criar a mis hijas” y fue un calvario no dormíamos, a mi mamá la tenían que ir a buscar cuando se baja del colectivo porque era una tensión todo el tiempo.
Yo tenía nueve años me cortaron toda la infancia, yo veo a mis hijos ahora, que ellos pueden disfrutar de su de su niñez, yo no lo hice porque siempre vivía con miedo, con pánico, con terror lo viví y bueno siempre con el dolor de mis abuelos; que no podíamos ni siquiera hacerle una misa porque estábamos amenazados, la gente tenía miedo de ir a la misa también, lo hacíamos igual, pero la gente tenía miedo no iba y hasta el día de hoy la gente creo que tiene miedo de hablar de esto. Y yo no me voy a callar más, me callé más de treinta años,. Vengo luchando hace capaz que veinte, veinticinco años, que vengo hablando y dando testimonio, y hablando a los chicos, a los jóvenes, porque los jóvenes no saben qué es lo que pasó. Hablan de asesinos, esto fue una guerra a mí nadie me la contó yo la viví. Ya no me quiero callar más, mi bandera siempre fue esta, (muestra la fotografía de su padre) la llevo a todas partes, espero que el día de mañana yo tenga justicia.
A mí me ofrecieron plata hace como quince años, que yo podía cobrar indemnizaciones, famosas indemnizaciones de los derechos humanos pero yo sabía por mi abogada, por Victoria(Villaroel) que no nos amparaba la ley me ofrecían dólares porque mi papá figura, hasta eso, figura como desaparecido 553.
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