Consternación y mucho dolor causó en todos los tresarroyenses la partida por Covid de Diego González.
Eximio músico y magistral baterista de la ciudad que formó parte de innumerables bandas.
Todos conocíamos a Diego, no solo por verlo arriba de un escenario desparramando arte y talento por cada pub y teatro de la ciudad.
Conocíamos su historia su lucha diaria de varios años, cuando necesitó un trasplante de riñón y páncreas que lo condicionaba pero que, nunca hizo que perdiese ni el humor ni la hidalguía.
Todos conocíamos a Diego y nos alegramos por él cuando todo aquello quedó atrás; cuando la vida le regalaba una nueva oportunidad, cuando volvió a los escenarios a deleitarnos una vez más con su carisma.
Todos saludábamos a Diego por la calle, sin ser amigos, sin conocerlo realmente, todos lo sentíamos parte de nosotros.
Con su carisma de siempre y su cresta al viento Diego siempre respondía sonriendo.
Se merecía mucho más, luchó como el pequeño gran león que siempre fue, pero esta vez no pudo, ¡La puta madre, no pudo!
Días pasados amigos, músicos y familiares le expresaron todo su cariño reuniéndose en el patio del Hospital Pirovano para cantarle y brindarle toda la fuerza que necesitaba para su recuperación.
No cabe duda que habrá escuchado todas aquellas voces. No alcanzó para sanarlo, pero si para que parta como siempre habrá imaginado partir, rodeado de amigos y lleno de música.