El pescador, Juan Soria, descubrió restos de óseos humanos incrustados en una barranca del río Dulce. El joven informó a los guardianes del orden sobre el inusual hallazgo, quienes lo llevaron a un centro de investigación.
Soria se encontraba pescando cuando una extraña forma se dibujaba en la barranca del margen este del río. En ese momento, el pescador le sacó una foto.
El cráneo fue descubierto sobre el perfil de la barranca a poca más de un metro de la superficie arenosa. Se especula que pertenecer a un habitante de los pueblos originarios de la región, cuyas urnas funerarias son encontradas habitualmente en cercanías del río.
Por otro lado, también puede tratarse de algún solitario habitante de la zona, que haya encontrado el final de su vida en el cauce del río, sin que nadie lo advirtiera.