La familia Amaya Juri dio muestras acabadas que la apertura del aula satélite del Centro de educación de Jóvenes y Adultos Goico en el humilde barrio El Matadero en General Alvear, fue una decisión acertada.
Sin embargo slos alumnos, grandes y chicos, e enfrentan a un gran inconveniente, no pueden terminar el proceso escolar en el aula del barrio sino que deben hacerlo en una escuela secundaria situada a varios kilómetros y no tienen forma de llegar.
El cursado es en el turno noche y no cuentan con medios de transporte, ni público y menos particular.
“Es una pena que no podamos terminar la escuela secundaria acá, en el aula del barrio. No podemos ir hasta a la escuela en (distrito) Alvear Oeste. Así muchos nos vamos a quedar a la mitad de camino”, dijo María Juri.
La familia Amaya Juri hizo historia dentro del ámbito educativo, volvieron a la escuela en conjunto y el resultado fue que María terminó siendo abanderada y Antonio, el esposo, con Lucila, la hija menor, los escoltas.
Pero además, Mari le traspasó la bandera a Antonella, la hija mayor, al tiempo que el marido sigue como escolta.
El maestro y tutor Claudio Rodríguez, del CEBJA Goico, fue el motor de tamaña motivación y era previsible que no desee ver la obra truncada por falta de oportunidades.
“Sería muy bueno que la gente pueda empezar y terminar acá toda la escuela. Lo cierto es que a muchos se les hace difícil seguir una vez que egresan del primer ciclo (1 y 2 año secundaria)”, comentó el maestro tutor.
Así es el sistema del centro educativo
El CEBJA Goico funciona en la escuela de La 53 en Alvear y con el paso del tiempo abrió dos aulas satélites, una en Las 5 Esquinas en el distrito de Alvear Oeste y la segunda en el barrio El Matadero, donde precisamente viven los Amaya Juri.
Las clases se dictan en el salón de la unión vecinal o directamente van a las casas y los vecinos tienen la oportunidad de realizar la escuela primaria y 1 y 2 año de la secundaria.
Si pretenden continuar y completar la educación, el periodo de 3 a 5 año lo deben cursar en horario nocturno (de 20 a 23.30) en la escuela de nivel secundario Nicolás Luna en Alvear Oeste.
“Yo quiero que mis hijos no vivan lo mismo que nosotros, quiero que progresen porque hoy en día te piden secundaria completa para cualquier trabajo. A mi también me gustaría terminar la secundaria, es más sueño con ser abogada, pero se hace muy difícil ir hasta la escuela en Oeste porque sin movilidad estás perdido”, dijo María Juri.
“Son varios kilómetros, hay que ir de noche, eso es una boca de lobo, no tenemos movilidad y tampoco hay colectivos. Y no somos solo nosotros, hay otras personas que también están en la misma condición. Es una pena tener que quedarnos a la mitad y no poder terminar la secundaria”, agregó la mujer.
Para salir de la encrucijada, Rodríguez cree oportuno implementar una especie de “sistema semipresencial, que vengan los maestros una vez por semana a darle los contenidos. Las ganas están en todos los que están estudiando en el aula, pero como hacen”, lanzó el maestro tutor.
Necesita urgente solución: internet
El aula satélite del Centro de Educación de Jóvenes y Adultos, Goico, en el barrio El Matadero se sostiene en gran medida por el aporte del docente y los alumnos.
Entre todos ponen algo de dinero para pagar la luz del salón de la unión Vecinal donde se dictan las clases y en invierno para comprar la leña con la que se calefaccionan.
“Entre todos ponemos algo para pagar los gastos. Ahora nos donaron un ventilador que con este calor viene bien, pero antes usábamos uno que nos prestaba una vecina”, contó Claudio Rodríguez.
Entre las necesidades que presenta el aula, les encantaría poder agrandar el lugar para estar un poco más cómodos, y si de solucionar problemas urgentes, está la falta de internet.
“Para poner el presente en el sistema GEM tengo que usar los datos del teléfono. No hay otra forma”, contó a modo de ejemplo el docente.
En el barrio Matadero la comuna junto con la DGE instaló un punto WIFI, pero según la información oficial, está abierto de 10 a 16.
“Está a 100 metros del aula, la señal no nos llega como para utilizar esa red, ni tenemos clave de acceso. La impresora no quiere más. Nosotros le ponemos todas las ganas y ayudamos con lo que podemos en dinero pero se nos complica”, agregó María Juri.