Felipe Bazán nació prematuro en Coronel Suárez, el 18 de octubre del año pasado. Estuvo internado poco más de un mes luchando por salir adelante mientras que estuvo en cadena de oración, en su pueblo natal.
Se hizo difícil para sus padres los primeros días de su nacimiento, ya que al ser prematuro, la salud del pequeño se vio complicada. Ahora tiene 10 meses, está saludable y es reconocido por ser el pequeño gauchito de las jineteadas. Y por su dulce carita sonriente, es modelo de la vestimenta que hace su mamá y publica en las redes sociales. Todo un mini influencer.
Al nacer, su mamá Pamela Vera lo pudo conocer tres días después. Al mes, junto a Emiliano (el papá), lo podían ver cada 3 horas sin poder tocarlo, zargarlo, mimarlo ni besarlo. Fueron momentos difíciles para la familia, y para el mismo niño, que mantuvo en vilo a la ciudad y a los pueblos de la zona. En las redes sociales, hubo cadenas de oración para que se recupere y para que sus jóvenes padres, que hoy tienen 21 años, atraviesen el momento de la mejor manera posible.
Hoy, la historia es distinta. Más feliz, porque con sus diez meses Felipe se convirtió en un “agroinfluencer” que enternece a todos en Instagram.
“Él es muy simpático y las imágenes que subo a mi cuenta son casuales. Cuando estaba internado su caso se viralizó, y ahora que creció la gente se emociona cuando lo ve en los festivales o en las jineteadas a donde vamos todos los fines de semana”, contó Pamela.
“Tener que dejar a tu hijo solo, con desconocidos, y tener la posibilidad de verlo solo un ratito en todo el día es muy difícil, fue súper complicado para nosotros”, recordó Pamela.
Felipe y sus padres viven en el campo, cerca de la localidad bonaerense de Daireaux, por lo que se explica el look en las imágenes que cada vez capta más likes.
Pero además, se debe al emprendimiento de su mamá. “Vendo bombachitas de bebé, y a la gente le encanta cuando subo fotos de él. Incluso cuando nos ven en los festivales o en las jineteadas, lo reconocen y le regalan ositos o ropita”, relató.
Felipe disfruta mucho compartir con los animalitos del campo, incluso cuando cabalga con sus padres suele dormirse, según contó la madre.
“Lo cargo conmigo, y lo llevo para todos lados. A nosotros nos gusta que ande, y prefiero eso a ponerlo frente a la tele. Si siento que está con energía para hacer cosas, lo llevo a que mire los pájaros”, detalló.
Ella destaca que el apoyo del entorno fue fundamental. Su pareja trabaja en la inseminación artificial de embriones para caballos de polo y aseguró que “no es fácil todo lo que se hace en el campo”.
Y dijo “es un trabajo muy duro y se gana poco, pero hay que apostar al sector porque es el que va a sacar al país adelante”, confió a El diario de San Luis.