El viernes pasado, tras seis años de espera, inició el juicio contra Walter Rubén Miranda, el instructor de Policía que mató de un disparo en la cabeza a la cadete Casandra Fernández, durante un entrenamiento en el cerro Retana, en San Luis.
Miranda se enfrentó a la Justicia y aunque no declaró, si le pidió perdón a la familia.
"No le creo nada de lo que dijo, ni lo que atestiguó en su momento", sentenció Sandra Pascual, la madre de Casandra. Miranda se negó a hablar en el estrado simplemente se sentó, agachó la cabeza y se lamentó: "Desde lo más sincero y profundo de mi corazón quiero pedirle perdón a la familia, a la sociedad de San Luis, a Dios y a mi familia". Luego volvió a su lugar, al lado del abogado, según informó El Diario de la República.
Sin embargo, no logró conmover a la dolida madre que confesó: "Las disculpas me las pidió fuera de tiempo y en el lugar incorrecto. Esta haciendo el papel de víctima, no está arrepentido. Es un truco para que lo salve el tribunal".
La defensa de Miranda argumentó que él solo es responsable por las lesiones que el balazo le causó a la estudiante, pero que la muerte de la chica no fue su responsabilidad. Sánchez Pagano, abogado del acusado, indicó que "el hecho de que no hubiera un hospital de campaña, de que el paramédico no tuviera ningún tipo de oxígeno, ni oxígeno de mochila, de esos que usan para subir a la montaña, y con el personal a 2.180 metros de altura, desembocó en ese desenlace".
Pero Pascual no lo exime de culpas ni tampoco cree en el discurso armado por la defensa, solo apela a la Justicia y a los testigos que, según ella, "van a dar cuenta de los inventos que hace este hombre".