Hace una semana, en la ciudad de Villa Mercedes, San Luis, dos hombres estafaron Margarita Alaniz, una jubilada de 85 años, a quien con el "cuento del tío" la engañaron por teléfono diciéndole que se avecinaba un nuevo "corralito" y que por eso lo mejor sería entregarle todos sus ahorros al gerente de un banco que pasaría por su casa a retirar la plata. El miércoles el juez Leandro Estrada procesó a ambos por estafa y a Sánchez además, por ser mayor de edad, le dictó la prisión preventiva.
Cristian Darío Sánchez y T.J. - se preserva su identidad por ser menor de edad- es la dupla que no pudo explicar por qué en el Renault Clio en el que estaban tenían un bolso con 104 mil pesos. Todo les indicó a los policías de la Comisaría 8ª que ese dinero era de Margarita Alaniz.
El hombre de 30 años y el menor de 17 estaban afuera de la casa de la jubilada, a punto de ir nuevamente para quitarle más efectivo con la misma farsa, cuando los efectivos los aprehendieron, tras el llamado al 911 que hicieron los familiares de la damnificada.
Cristian Darío Sánchez fue notificado de la resolución y enviado a la Penitenciaría de San Luis. Pero no estará allí por mucho tiempo. La semana próxima será trasladado a su tierra natal: Mendoza; una comisión enviada por un juzgado de San Rafael será la que irá a buscarlo a San Luis. Es que en aquella ciudad mendocina también está sospechado de haber engañado a otras personas para robarle, reveló una fuente judicial.
El juez Leandro Estrada también lo procesó porque investiga otra estafa, al estilo "cuento del tío", que tendría mucha similitud con lo que sufrió Alaniz. Y aunque, en la formalidad, no es sospechoso de ese delito, la posibilidad está abierta, comentó el informante al Diario de la República.
Sánchez y el adolescente fueron arrestados el jueves 19, alrededor de las 14:30. Cinco horas antes habían llamado por teléfono a una mujer mayor diciéndole que pertenecían a una entidad bancaria y que, por un posible corralito, pasarían a retirar el dinero que tenía en su casa.
La víctima siguió a rajatabla el consejo de quien creyó era una pariente. Sin dejar correr un minuto, fue hasta la financiera donde tenía depositado sus ahorros, retiró esa plata y regresó a su domicilio. A los empleados de la entidad les pareció raro ese repentino movimiento de la mujer y llamaron a su hija para ponerla al tanto.
Una hora y media después un hombre de traje y corbata llegó a lo de Margarita, quien le entregó 31.600 pesos y 2.600 dólares y le avisó que en un rato volvería a buscar más. El hombre no le hizo firmar ningún documento y le aconsejó solicitar un préstamo y se fue.
Para ese entonces, la Policía ya había sido advertida por la hija de Margarita de que habían timado a la jubilada y pudieron arrestarlos.