Hace 10 años, el Pastor de la Iglesia Evangélica Jonathan Vera visita a los penitenciarios que están en Chimbas con la idea de acercarlos a la fe en Cristo. Él conoce bien de cerca la situación de los presos ya que estuvo detenido. A su vez, continúa con el legado de su padre, que comenzó con esta tarea desde hace más de 20 años.
Con la excusa de acercar un café a los visitantes de los internos, Vera comentó a Diario La Provincia SJ cómo fue que empezó todo: “Conformamos un equipo que se llama Evangelización Carcelaria de San Juan. Está compuesto por varias personas que estuvieron privadas de su libertad y que saben por lo que están pasando los que están adentro del penal y los que los visitan”, manifestó.
“Hay gente que llega en el último colectivo del día anterior y pasa toda la noche en la puerta del penal para ser uno de los primeros en entrar. Incluso algunas llevan colchones para que duerman los niños o ellas mismas por turno. Cuando están por comenzar las visitas los dejan en una casa frente al servicio penitenciario que se los guardan. A las nueve los empiezan a anotar y alrededor de las diez empiezan a entrar los primeros”, agregó.
Además, Vera reconoce que hay cosas muy importantes que se estaban pasando por alto, como el tema de la alimentación. “Notamos que allí hay niños sin desayunar. Por eso empezamos a llevar café, jugo, tortitas, un desayuno. Pero lo más importante es ir y compartir la palabra de Dios para que sepan que con él se puede un cambio. Hablamos con la gente afuera y también con los internos, para que Dios empiece a obrar en la familia que es el nido que los puede sanar”.
El trabajo llevaba seis años pero por la pandemia de coronavirus tuvieron que adaptarse. “Lo hacíamos en las cuatro unidades los domingos, para alrededor de 200 personas. Desde que empezó la pandemia tuvimos que cortar este servicio y lo vamos a retomar esta semana con nuevos días y horarios. Es que ahora las visitas son de lunes a viernes dependiendo del pabellón, por un tema de protocolo. Tenemos que sacar un día de trabajo nuestro para poder asistir, pero nos estamos acomodando”, explicó.
Además, el Pastor comentó: “Escuchamos muchos problemas. Hubo más que nada mujeres con intentos de suicidio, pero para eso estamos. Los escuchamos y vemos qué podemos hacer porque nosotros hemos estado en ese lugar. Hemos notado que esto baja la violencia en la puerta del Penal y también evita que haya problemas mayores dentro de los pabellones con los internos. Es que los problemas que surgen afuera se pasan adentro y a veces son peores”.
Pero como si fuera poco, en 2016 abrieron una panadería que le brinda trabajo a ex convictos. Sobre este proyecto, Vera contó: “Nos dimos cuenta de que no bastaba con llevarles la palabra. Cuando los chicos salían veíamos en los diarios que al otro día los encontrábamos robando de nuevo. Entendimos que necesitaban una salida laboral porque salen, y cuando van a pedir trabajo le piden los antecedentes. Y si se enteran de que estuvo preso lo revotan, la sociedad lo discrimina y vuelve a lo que conoce que es el delito”.
En esa línea, el Pastor concluyó: “En mi casa hemos tenido hasta seis pibes durmiendo. Son chicos que han entendido y que no han querido volver a su casa porque significa volver al mismo pozo. Vuelven y la madre y la hermana se están prostituyendo, el hermano vende droga y el otro trae secuestros a la casa, ellos saben que si siguen ahí tarde o temprano caen de vuelta. Fue así como empezamos a buscar una solución. La Iglesia puso el lugar, el patronato a los empleados y Alas armó el proyecto de Panadería Esperanza”. Las semitas, el pan, las facturas y las masas se venden en el mismo local ubicado en Villa Krause.