Matías Audala llegaba a su casa de Marquesado, Rivadavia, cuando fue sorprendido por una banda de delincuentes que lo maniató y encañonó para robarle las pocas cosas de valor que tenía. Los malhechores se llevaron dos notebooks, un TV, un celular, $500, algo de ropa, una bordeadora y hasta una hoja del portón de madera de la vivienda. El hombre estaba sola porque su novia, con quien convive, estaba en el Hospital Rawson porque horas antes había dado a luz a la primera hija de la pareja.
La víctima es un humilde trabajador de la construcción, quien en declaraciones a Diario de Cuyo dijo suponer que el golpe "fue planeado". Audala está convencido que los ladrones estuvieron siguiendo sus movimientos, porque cuando bajó de su auto en la madrugada del domingo y se dirigió a entrar a su casa, dos sujetos encapuchados lo atacaron por atrás y, al darse cuenta que uno portaba un arma de fuego, no ofreció resistencia.
Al grito de "Dame la plata gil", el joven entregó su celular y $500 que tenía en un bolsillo. También ofreció el estéreo del auto para evitar que ingresaran a la vivienda, pero no lo logró. "Me obligaron a que abriera la puerta, me llevaron hasta la pieza, y con el cable de un secador de pelo me ataron las manos y me pusieron boca abajo en la cama. Uno me apuntaba con el fierro mientras el otro buscaba cosas. Revisaron hasta adentro del baño. Yo les decía: ´¿Qué se van a llevar? Plata no hay, si yo soy más pobre que ustedes´", contó.
Después de cargar las pertenencias del obrero, los sujetos se marcharon. Inmediatamente el joven se desató y, en compañía de un concuñado que vive a metros de su casa, fue hasta la Seccional 30ra a realizar la denuncia. "No quería forcejear con ellos, se me cruzaban diez mil cosas por la cabeza, hasta mi bebé. La verdad es que pensé que me podían llegar a matar. La bronca que te da es que te llevan las pocas cosas que tenés, y con lo que cuesta ahora. Pero ya está, no queda otra que seguir trabajando", cerró Audala.