Con la llegada de las fiestas, los salteños cada día se preocupan más por los gastos de las comidas de Navidad y Año Nuevo, especialmente con el aumento del precio de la carne. En tan solo la última semana, los precios de las carnicerías subieron un 30 %, y aún podrían aumentar más en la próxima semana.
La colita de cuadril, matambre y el peceto superan los $ 650, pero se volvieron casi imposibles de conseguir en la ciudad de Salta porque muchos se vendieron con reserva. Los únicos cortes que aumentaron poco son los de cerdo, los más baratos.
Aunque circulan muchos argumentos sobre la suba, incluyendo el precio de los granos, el Mercado de Hacienda de Liniers, el dólar y las exportaciones a China, la realidad es que se trata solo de especulaciones por el momento.
La semana anterior a Navidad, algunas carnicerías incrementaron estos cortes tradicionales un 30 %, y podrían continuar con la subida de precios porque la gente sigue comprando. Siendo que muchos locales utilizaron un sistema de reservas previas, ya el lunes 20 no se podía conseguir peceto. Algunas carnicerías los vendían a $ 630 el kilo, pero otros a $ 750. Estas diferencias no reflejan la calidad de la carne, pero son claras las brechas en los costos.
En diálogo con El Tribuno, Roberto, un encargado de la carnicería de frente amarillo en Av. Paraguay, explicó que muchos proveedores les comentan que encuentran diferencias importantes en los precios, pero ellos no los pueden tocar. “La gente viene y ve los aumentos, pero lo mismo compra. Salen más cortes de cerdo, que son más económicos, pero que tiene la misma calidad”, continuó.
Roberto sostuvo también que en las últimas tres semanas, los cortes de vaca subieron un 15 % y los de cerdo un 7 %, pero pero ellos proveen a las carnicerías de barrios. “A nosotros nos dijeron que subió porque los precios estaban atrasados, pero la realidad es que siempre suben en la última semana”, agregó.
Otro elemento a considerar es que, aunque los precios aumentaron, a los carniceros no les llega ese 30 % a los bolsillos: las ganancias continúan achicando y el consumo baja; los carniceros compran media res, pero tienen que venderla completa sin importar qué.
Se planteó el repensar las tradiciones de las fiestas, siendo que la alta demanda de los cortes tradicionales de fin de año sigue y es la principal razón de las subidas. Por otra parte, también es verdad que el consumo general cayó a niveles alarmantes: según un informe de la Fundación Mediterránea, el consumo interno de carne bovina está rondando un promedio de 50 kilos por habitante, los números más bajos en décadas.