En el tramo final del juicio por el crimen de Jimena Salas declaró su mamá, quien cuidó a sus nietas en los días posteriores al hecho, y aseguró no tener vínculo con ninguno de los acusados: su yerno Nicolás Cajal, imputado por encubrimiento agravado en perjuicio de la Justicia, y el vendedor ambulante, Sergio Vargas, imputado de partícipe secundario.
Cristina García, la mamá de Jimena Salas, fue citada a declarar por la defensa de Nicolás Cajal, también el padre pero él se negó a prestar declaración. La mujer contó que tras el asesinato de su hijas, Cajal y sus dos nietas vivieron en su casa, y que cuando él formó una nueva pareja cortaron relación. Dijo que el único trato que tiene con su yerno es para coordinar el encuentro con sus nietas y destacó que él nunca le negó el contacto con las menores. “Yo busco a las nenas en la puerta de su casa y se las llevo hasta la puerta de su casa, sino él va me las deja y las retira de la puerta de mi casa. Ni yo entro a su casa ni él entra a la mía”, contó.
Por otro lado, relató que le preguntó a una de sus nietas por lo sucedido. “Ella lo único que me contó es que unos hombres malos la habían atacado a su mamá, las encerraron en el baño y su papá llegó luego a rescatarlas. Lo único que le pregunte es si conocía al hombre malo y me dijo que no”, recordó.
Por último, contó que su hija “debe haber deseado muchísimo tener hijos para sufrir todo lo que sufrió” y recordó los tratamientos de fertilidad a los que se sometió su hija. “Por sus hijas dejó de trabajar, dejó todo, hasta su vida. El mayor temor de ella era no poder criar a sus hijas”, señaló. Antes de retirarse del recinto dijo: “Espero no volver a verlos nunca, disculpen”.