Concluyó la primer semana del juicio que busca esclarecer el crimen de María Leonor Gine, la mujer que el 27 de marzo del 2020 fue asesinada dentro de su departamento ubicado en la avenida Belgrano al 900, en pleno centro salteño. El principal acusado del homicidio es su nieto, Agustín Morales, quien padecía problemas de adicción. También están imputados un amigo de este, Federico Detzel, y Tania Aguirre, a ambos les agregaron el delito de encubrimiento agravado. La audiencia debate se extenderá hasta el viernes 30 de julio.
En la jornada del viernes declaró el portero del edificio donde fue el crimen, también la empleada doméstica que trabajaba con la víctima, y un hombre que alquilaba la otra mitad del departamento de Gine. También brindó su testimonio el remisero que condujo a Morales por diferentes barrios de la ciudad durante la noche del 27.
El portero se mostró consternado por lo sucedido a la “señora Tita”, a quien describió como una persona gentil que cada tanto le pedía favores cotidianos, como por ejemplo que le compre algo en el kiosko o le alcance un bidón de agua. El hombre relató que veía a Morales entrar y salir del edificio pero que no notó nada extraño en él, incluso dijo desconocer sus problemas de acción. Al tiempo que agregó una situación bastante paranormal que enmudeció la sala de juicio. El hombre aseguró que una semana después del crimen, mientras limpiaba los pasillos, recibió un llamado con una voz idéntica a la víctima.
Por otro lado, habló el hombre que alquilaba un pequeño departamento, en una subdivisión que tenía el inmueble de Gine Dijo que su comedor colindaba con la cocina de la víctima y que ambos ambientes estaban separados por una pared de durlok. Contó que se había mudado al lugar un mes y medio antes del crimen, y que veía poco a la víctima porque tenía horarios rotativos de trabajo. Dijo que el día del homicidio él estaba en el departamento pero que no escuchó ni ruidos ni gritos.
La empleada doméstica, por su parte, precisó que Gine y Morales tenían una buena relación, y que el joven era muy cariñoso con su abuela. Relató que la víctima le había contado que su nieto tenía problemas de adicción. La mujer dijo que Morales salía y volvía permanentemente. Y que, de regreso, se encerraba en el baño a fumar. Sostuvo que no eran “cigarrillos normales” por el olor que dejaban.