El 2019 fue un año electoral complicado para la izquierda. Tal vez a causa de las peleas internas que debilitaron al Partido Obrero, o capaz por la polarización de la política, o acaso simplemente porque la gente se cansó de tanta denuncia y tan poca propuesta.
Lo cierto es que en estas elecciones provinciales Pablo López tuvo una elección paupérrima como candidato a gobernador, sacando el 2,43% de los votos, y quedando a solo mil votos de quedar último, por debajo de Elia Fernández, lo que hubiera significado un verdadero papelón.
Pero más allá del chasco en la elección de gobernador, que era cantado, el frente del Partido Obrero realizó una muy mala elección en concejales, donde no solo no ganó ninguna banca, sino que perdió la única que tenía.
Lejos quedó la histórica elección del 2013 cuando el partido de izquierda se quedó con nueve concejales capitalinos, tres diputados provinciales y una senadora provincial. Ahora solo les queda una banca en la Cámara Baja.
Luego de la pésima elección, no se escucharon autocríticas del frente de izquierda; solamente hubo llamamientos a movilizarse para denunciar la situación en Bolivia. Otra denuncia.