La sede local de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) fue el lugar elegido para oficializar el acuerdo al que se había llegado para la continuidad de Mefro Wheels, ahora en manos de Cirubon. Trabajo a la par de Nación y Provincia, mucha muñeca del sindicato, predisposición de las firmas y sobre todo paciencia de los empleados fueron algunas de las claves para evitar lo que parecía tener un destino dramático.
El conflicto insumió todo el año, pero según los trabajadores inició incluso antes, cuando la filial argentina de la empresa alemana fue vendida a una firma de capitales financieros, asociada a fondos buitres. Todo se complicó el año pasado, luego de que el Gobierno nacional abriera la persiana de las importaciones, que se quedaron con un mercado que ya de por sí estaba en picada.
Entonces el fondo inversor a cargo de la planta de Ovidio Lagos al 4400 dispuso desde 11 mil kilómetros de distancia el cierre de una planta rentable, que sólo había pasado por un momento crítico, pero que había arrancado el 2017 con múltiples pedidos de las automotrices.
Encima inicialmente ni siquiera se les quiso pagar toda la indemnización a los 170 operarios, sino que se los intentó arreglar con el 60%. Las sucesivas marchas por la ciudad, y reuniones en el Ministerio de Trabajo provincial se encontraron con un escollo insalvable a la hora de apelar a la contraparte: del lado de la empresa, nadie daba la cara.
Tras mucha insistencia y severas críticas al Gobierno nacional de parte de la Provincia y la UOM, los reclamos fueron escuchados. Hubo inicialmente una ayuda a los trabajadores que habían dejado de percibir los salarios, pero hacía falta garantizar la continuidad laboral de las personas a cargo de casi dos centenares de familias.
Hasta que apareció la familia Ciccarelli, a cargo de Cirubon. "Conocemos la empresa por la familia, íbamos de muy chiquitos con nuestro padre a Mefro Wheels a buscar la chatarra con un camioncito para poder hacer nuestro trabajo. Esta planta está preparada para competir con cualquier fábrica de llantas del mundo", manifestó Ricardo Ciccarelli la semana pasada, y agregó: "Nosotros somos gente de laburo y estamos seguros de que esta fábrica tiene que funcionar".
En los últimos días las negociaciones fueron frenéticas. La condición de los laburantes y del sindicato era que al menos se tomara a la mayor parte del plantel y se les reconociera la antigüedad. Por su parte Cirubon decía que no podía afrontar la deuda ni tampoco hacerse cargo inmediatamente de la compañía. Pedía un poco de aire.
Finalmente se acordó que Nación y Provincia aportaran $91 mil por trabajador durante tres meses, tiempo de gracia que se le concedió a los Ciccarrelli para poner a punto la planta y retomar los procesos productivos.
De los 170 trabajadores, 100 serán tomados inmediatamente, y otros 28 quedarán en lista de espera para el momento en el que repunte la producción. A todos se les respetará la antigüedad. A su vez se pusieron a disposición herramientas para acelerar la reinserción laboral en otras empresas del sector productivo para quienes no continúen.
¿Cómo ayudarán a Cirubon para que pueda sacar la situación adelante? Desde el Ministerio de Producción de la Nación anunciaron que está disponible el Programa de Transformación Productiva, lanzado para garantizar las fuentes laborales, además de créditos a tasa subsidiada para la compra de capital de trabajo.
A su vez desde la Secretaría de Industria de la Nación se asistirá a la empresa para que pueda aprovechar las inversiones millonarias que están realizando las grandes terminales automotrices como Toyota, Nissan y Peugeot, a las que puede abastecer como única fabricante de llantas nacionales.