Hasta hace un año, Central mostraba una robusta economía, se daba el lujo de comprar jugadores de primer nivel y podía aguantar a las joyitas de las inferiores porque no tenía necesidad de vender. La contracara era Newell's, con quita de puntos por atrasos en los pagos a jugadores, paros de empleados y obligado a rifar a sus mejores valores. Hoy la situación parece ser completamente inversa.
Desde que el juez Fabián Bellizia se hizo cargo prácticamente de toda la tesorería rojinegra, la situación empezó a enderezarse. Es cierto que la dirigencia había arrancado con una resistida depuración del plantel, dando de baja contratos altos y reemplazando a jugadores de renombre por otros sin tanto cartel. Esto trajo como consecuencia magros resultados deportivos, que lo llevaron al club a la compleja situación actual, sin embargo le dio un respiro a las arcas.
En el mientras tanto se vendió a bajo monto a un plantel entero de inferiores, a saber: Ezequiel Unsain, Lisandro Martínez, Franco Escobar, Guillermo Ortiz, Joaquín Varela, Milton Valenzuela, Jalil Elías, Héctor Fértoli, entre otros. La sangría recién frenó en este mercado de pases, cuando por primera vez en mucho tiempo fueron más los futbolistas que llegaron que los que se fueron, claro está, obligado por la urgencia de los promedios.
Así y todo, Newell's informó haber cerrado un mercado de pases con resultado positivo, que restado el 15% de retención judicial para el fideicomiso, le permitió al club obtener un total de u$s3,8 millones. Allí se cuentan también los ingresos por las ventas de un porcentaje de Ezequiel Ponce y el 100% del juvenil Enzo Barrenechea.
Lo cierto es que incluso sin contar los euros por estas dos transacciones, el club cerró el balance económico 2018/2019 con superávit, y habiendo reducido su deuda en u$s2 millones. Jugadores y empleados están al día. Además ya tiene el dinero para las próximas dos cuotas del fideicomiso. Al club todavía le quedará abonar una cuota y media más, y también hacer frente a la deuda posconcursal que asciende a u$s7,9 millones. Es por eso que, en caso de que el equipo salga de la zona roja, no se descarta otra venta a fin de año, lo que permitiría enderezar definitivamente la economía de la institución, y Aníbal Moreno es quien tiene todos los boletos para partir.
Distinta es la realidad canalla, que por primera vez en varios años se vio jaqueado por la crisis. Primero le rebotaron cinco cheques por más de seis millones, y luego se conoció un déficit que la dirigencia estimaba en u$s15 millones a fines de agosto. A esta situación se llegó luego de que se agotaran los ingresos que dejaron las ventas de Gio Lo Celso, Franco Cervi, Walter Montoya, y otras menores, pero también porque el club acumula cuatro libros de pases consecutivos en los que gasta más de lo que ingresa.
Lo preocupante es que se gastó mucho en jugadores que no rindieron, y también en cuerpos técnicos muy cotizados, pero que estuvieron por debajo de las expectativas. A la vista están los resultados: pese a haber gastado mucho más que su eterno rival, hoy Central está también peleando por no descender. Con el agravante de que el actual plantel canalla es caro de mantener, de hecho se vio obligado a vender de urgencia a su figura, Maximiliano Lovera, pera ponerse al día ante la amenaza de los jugadores de parar.
La salida del juvenil otorgó un poco de aire, pero a fin de año otra vez estará obligado a obtener un ingreso extra, y por eso la dirigencia especula con vender el resto del pase del juvenil Ávila a Boca, negocia desprenderse definitivamente de Duvan Vergara (otro que llegó como promesa y nunca rindió) y también analiza los sondeos que llegaron por Leonardo Gil y Jeremías Ledesma. El problema es que en el caso de estos últimos se trata de dos titulares indiscutibles, y perder a alguno de ellos en esta coyuntura deportiva no parece ser algo muy recomendable.