La mujer que estuvo cautiva 22 años en una casa de barrio Cura solía estar encadenada a la cama y era obligada a utilizar ropa de su captor, quien la sometía a un cotidiano martirio que incluía violencia física y psicológica.
De a poco comienzan a salir a la luz datos del estremecedor caso que se conoció este viernes, pero que comenzó hace 22 años cuando el ahora imputado –de 57 años- comenzó a golpear a su pareja. La familia de la víctima –que hoy tiene 43 años- intentó intervenir, pero el sujeto reaccionó llevándosela de la casa familiar y aislándola por completo de sus parientes.
A partir de entonces la sometió a una violencia inusitada. La rapó, la encadenó a la cama, y las pocas veces que la dejaba salir, lo hacía acompañándola férreamente. Además de denigrarla y golpearla salvajemente, la atormentaba psicológicamente. La amenazaba con herir a su hijo o a sus familiares si escapaba.
En muy contadas ocasiones le permitió que saliera sola a pocas cuadras de la casa de Santiago al 3500. Aquellas veces fue nuevamente rapada y tuvo que usar ropa masculina para que los vecinos no la reconocieran. Incluso llegó a cambiarle el nombre.
La mujer logró escapar el 8 de mayo, aprovechando un descuido de su captor. El individuo estaba descompuesto en el baño y dejó abierta la puerta. Entonces ella salió corriendo, tomó un taxi y se dirigió a Pellegrini a Italia. Con la cabeza rapada y ropa masculina, contó lo sucedido a un Centro Territorial de Denuncia.
Desde entonces está alojada en un centro asistencial, donde recibe contención para superar este traumático y muy prolongado episodio. El brutal sujeto fue detenido el 29 de mayo, imputado por privación ilegítima de la libertad agravada por el vínculo y la violencia de género. Recibió 60 días de prisión preventiva.
(Fotografía: Héctor Rio)