La planta de yerba mate despliega un mecanismo bioquímico y fisiológico para sobrevivir a sequías extremas. La primera señal es enviada por la raíz hacia las hojas que cierra sus estomas y disminuye la pérdida de agua por transpiración. La producción de yerba argentina se da en su mayor superficie en Misiones y en proporción menor en el norte de Corrientes.
La caá yarí (en guaraní) gasta menos agua, agrega azúcares que actúan como sales, alarga sus raíces para captar humedad profunda y protege su aparato fotosintético de sus hojas. Se asegura así una rápida producción de carbohidratos necesarios para crecer y producir hojas cuando la sequía termine.
Este es el resultado de una investigación del doctor e investigador del Conicet, Pedro Sansberro, quien estudió 14 años cómo actúa la planta ante la sequía y obtuvo información inédita sobre los mecanismos bioquímicos y fisiológicos que despliega.
El estudio fue publicado en la revista científica internacional "Planta", de la Editorial Springer. Los resultados fueron publicados en la revista científica internacional "Planta", de Editorial Springer. Los resultados permitirán mejorar las plantas de yerba mate en su faz productiva.
El estudio incluyó un estudio del rendimiento según el análisis fisiológico de cultivares de yerba mate en plena sequía. Sansberro es además docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y responsable del Laboratorio de Biotecnología Aplicada y Genómica Funcional.
Una de las características buscadas por la planta es la "eficiencia en el uso del agua". Este término es de valor para el mejoramiento genético de la planta. Tiene su explicación en el proceso de fotosíntesis, que se manifiesta en el equilibrio entre la cantidad de carbono que la planta toma para su crecimiento y el agua que elimina para realizar ese trabajo.
Otro aspecto que destacó Sansberra es que la planta de yerba mate mejora la eficiencia del uso del agua con la caída de hojas, algo que va en detrimento de la producción. "Cuando se empieza a deshidratar lo primero que hace la planta es tirar sus hojas para reducir transpiración", explicó.
El investigador explicó además el complejo mecanismo bioquímico que tiene el cultivar tolerante para afrontar climas adversos.
Entre otras acciones, este "cerebro defensivo" de la Caá Yarí reduce la deshidratación, cerrando los estomas, que son microporos en el revés de la hoja para el intercambio gaseoso con el medio ambiente y transpira menos.
La defensa consiste en en gastar menos agua, a nivel celular actúan azúcares como si fueran sales cuya misión es retener la poca agua que queda. De esta manera aseguran que las membranas celulares "no pierdan su función", porque de ocurrir esto, se desnaturalizan y la planta se muere. A este mecanismo se lo denomina ajuste osmótico.
El investigador explicó que "en esta fase la planta comienza a invertir energía en el crecimiento de sus raíces en búsqueda de agua". En el tercer paso, protege el aparato fotosintético presente en sus hojas. De esta forma asegura una rápida restauración de la producción de carbohidratos que requiere para estimular el crecimiento (producción de hojas) una vez que la sequía pase.
El investigador agradeció a institutos y científicos como Maximiliano Acevedo y Hernán Avico (Laboratorio de Biotecnología Aplicada y Genómica Funcional - UNNE), Norma Paniego, Máximo Rivarola y Sergio González (Instituto de Biotecnología CICVyA-INTA), Adriano Nunes Nesi y Acácio Rodriguez Salvador (Departamento de Biología Vegetal, Universidad Federal de Viçosa, Brasil), Oscar Ruiz (II-B INTECh). También mencionó a Silvina Pessino (Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Rosario), que aisló los primeros genes de yerba mate.