Las elecciones 2023 tienen un condimento que es cada vez más notorio y se traduce en votos en blanco o una caída en la participación electoral. En ese sentido, el golpe de efecto aún no es del todo claro, pero los indicadores parciales muestra que no se repetirán números de otros años donde hubo comicios.
A medida que avanzan los meses y a pesar del gran sentido democrático que hay por la política en la Argentina, hay cada vez más desinterés en la votación que se dará en agosto y temen que haya una caída en la participación electoral.
De hecho, los indicios parecen estar cada vez más lejos de lo que fue la participación en 2019, donde el 80% de la gente fue a votar. No tomamos 2021 ya que todavía se vivía un contexto de pandemia que, si bien tuvo una participación del 70%, mucha gente no acudió a las urnas por cuestiones de salud.
En ese sentido, el primer gran reclamo de la gente en las boletas se dio en Tierra del Fuego, donde a pesar de la victoria de Gustavo Melella del Frente de Todos, el dato estuvo puesto en la cantidad de votos en blanco que hubo en la provincia del sur del país.
El gobernador, que revalidó su gestión por los próximos cuatro años, sacó el 51,26% de los votos, siendo un poco más de 52 mil boletas que tenían su nombre en las urnas. En segundo lugar, el voto en blanco se llevó 22.083 votos, dejando detrás al candidato de Juntos por el Cambio, Héctor Stefani, con el 11%.
Este claro mensaje también tuvo réplicas en el resto del país, donde ya se votó en 14 provincias y en algunas con comicios definitivos para elegir gobernador. A pesar de algunas sorpresas, lo cierto es que el voto en blanco tuvo participación fuerte en Jujuy, Río Negro o La Pampa.
El caso fueguino es una anomalía dentro de los plazos electorales, mas es un claro mensaje a un grupo político que no ha sabido dar alternativas a lo buscado. Córdoba, la última gran provincia en elegir un candidato este domingo, tuvo un fuerte crecimiento en el voto en blanco.
Allí se quedó con el tercer lugar en cuanto a las opciones elegidas: 91.274 cordobeses decidieron no inclinarse por ningún candidato. Para dar un ejemplo, el kirchnerismo quedó séptimo en la provincia y muy por detrás de esta opción.
De acuerdo a estimaciones que fueron surgiendo en las últimas semanas, hay un 2% de crecimiento de voto en blanco en todo el país respecto a 2019. Para tener en cuenta también de estos datos surge que el Frente de Todos (hoy Unión por la Patria) quedó con un 11% menos de votos que en la elección donde resultó ganadora.
Sin embargo, Juntos por el Cambio solo pudo recuperar el 7% de esos votos que perdió el oficialismo, el resto se ha ido inclinando por opciones más outsider como lo es Javier Milei o posturas más extremas como el Frente de Izquierda.
Justamente, desde el regreso de la democracia en el país, el voto en blanco representó un promedio de 2,8% del total emitidos. Sin embargo, en 2007, esta cantidad tuvo su pico cuando alcanzó el 6,43% de todos los votos y su punto más bajo fue en 2003, tras la crisis de 2001, donde alcanzó apenas el 0,98% de los sufragios.
Para qué sirve el voto en blanco y por qué no van “al ganador”
Uno de los grandes mitos que circula al rededor del voto en blanco es que “van para el ganador” de las elecciones. Sin embargo, es un error que se popularizó a través de los años por la forma en la que se computan esta decisión de la gente.
En sí, el voto en blanco es una de las opciones que tiene el votante para “manifestar su disconformidad con todos los candidatos y con las propuestas formuladas por los partidos políticos”, según la Cámara Nacional Electoral. Sin embargo, no se trata de un voto afirmativo, sino de voto válido.
Es decir, a la hora de hacer el recuento para elegir un candidato se toman en cuenta los votos afirmativos, aquellos que sí tienen un nombre en la boleta. Por ejemplo, en caso de unas elecciones donde 10 personas votaron a X candidato, otras diez a Y candidato y otras diez en blanco, la base será sobre los 20 votos que tienen un nombre en la boleta.
A eso cabe aclarar que sucede en casos definitorios, como puede ser una elección presidencial general o en el caso de Tierra del Fuego, en la votación a gobernador. Sin embargo, si tienen un porcentaje en las PASO, donde con el ejemplo mencionado antes, cada candidato habrá sacado el 33% de los sufragios. En cambio, en las generales, cada uno habrá obtenido el 50%, porque la base es sobre 20.
¿Hay un cambio en la participación de los votantes en las provincias?
Uno de los temas que también es una preocupación para quienes trabajan pensando en las elecciones es la caída en la participación de los electores, en un país marcado desde la vuelta a la democracia como uno de los eventos que movilizan a la gente respecto a la política y siendo la mejor forma de expresarse ante el descontento.
En ese sentido, tomando las bases de 2019, los primeros indicadores después de la elección en diez provincias mostró que hubo una baja desde 1983. Desde aquel año, exceptuando el 2021 por el Covid, la participación ciudadana superó el 70%.
Sin embargo, en dos no llegó a ese número como son Río Negro (68,15%) y Salta (69,46%). En tanto, en 7 distritos la asistencia a las urnas se ubicó entre el 70% y el 80%. Son La Rioja (70,08%), Misiones (71,03%), Tierra del Fuego (71,28%), La Pampa (73,93%), Jujuy (74,74%) y Neuquén y San Luis (ambas con 76,2%).
Córdoba es el último ejemplo de la caída en la participación donde, según el Tribunal Electoral de la provincia, con los datos oficiales fue a las urnas un 68,33% del padrón total de la provincia. En las elecciones de 2019 el porcentaje de concurrencia fue de 72,78 por ciento.
Tucumán, que eligió autoridades el 11 de junio, registró una participación electoral del 83,7%, la más alta hasta ahora en comicios provinciales. Es decir que, en las jurisdicciones que ya votaron cargos ejecutivos, hubo una participación electoral que osciló entre el 68% y el 84%.